"Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Pero, por desgracia, el mismo había despertado, sin quererlo, el afán de broma de algunos
Foto enviada por Coral



-Pues yo pensaba llegarme hasta Riaño, para pescar, que tengo coto
-Ni se te ocurra semejante barbaridad y menos con la nevada que han anunciado por la radio para el domingo.
- ¡Anda!, si es por eso no hay que alarmarse; no suelen dar ni una….
-Alguna vez acertarán y, de todas formas, no es aconsejable que te expongas al aire, ni aunque haga sol.
- ¡Pero hombre!....
- ¡Nada! ¡No hay excursión que valga!; te lo prohíbo formalmente. ¡Ya irás a pescar en otra ocasión!.
Salió Pepe de la consulta un tanto mohíno, pues ni aún en aquellos tiempos ya tan lejanos, se conseguía con facilidad coto y, encogido en el asiento de un taxi, entre tiritonas y escalofríos, tomó el camino de su domicilio.
Pero, por desgracia, el mismo había despertado, sin quererlo, el afán de broma de algunos de sus visitantes y uno de ellos, con los ojos relucientes de maligna alegría, le dijo a poco y como sin dar mayor importancia al asunto:
-Con el que si debe usted tener cuidado es con el oso.
- ¿Pues?
-Porque en estas montañas los hay, y cuando se alzan de patas, alcanzan los tres metros y tienen fuerza sobrada para tirar esa puerta.
Y señalaba a la principal de la ermita que, como es lógico, era mucho más grande, fuerte y maciza que la que daba acceso a la sacristía.
Y, para animar al escamado artista, le contó enseguida como en el verano pasado, y cerca de Escaro, había aparecido un borrico con los cuartos traseros medio arrancados por el zarpazo de una de aquellas fieras y que, tres veranos antes, una osa que caminaba con su esbardo corrió por todo el valle de Llavarís al guarda forestal, que había cometido la imprudencia de acercarse demasiado al osezno. ... (ver texto completo)