Pilarito no volvió a ver a su novio. El desengaño acabó de quebrantar su débil organismo, martirizado por los anhelos e inquietudes de aquel amor. A no querer continuar dándole la vida, aprovechando para ello el menor descuido que advertía en su casa, tal vez se hubiera curado la enamorada enferma. Así se agravó más. Pagados con el desvío los sacrificios que a costa de su salud se impuso y que acarrearon la agravación del padecimiento, las energías todas de la linda vecinita parecían haberla abandonado ... (ver texto completo)
No podía Pilarito arrancar sentidos acentos al piano como algunos meses antes, cuando iba convaleciendo ya y parecía sentir miedo de entrar nuevamente en la vida. Recordaba yo aún su preferencia por ciertas obras, entre ellas, El crepúsculo, de Massenet, cuyo poemita se acompañaba algunas tardes, sin que pudiera advertirse que lo iba cantando más que por el leve movimiento que se percibía en sus labios sin color. Pálidos aún por la fiebre que poco antes les abrazara y que marcaban los versos de ingenua melancolía como si pretendieran besar aquellas frases, cuyo rumor acallaba el piano dulcemente:
Comme un rideau, sous la blancheur
de leurs pétales rapprochées,
les lis onte enfermé leur coeur..... ... (ver texto completo)
Comme un rideau, sous la blancheur
de leurs pétales rapprochées,
les lis onte enfermé leur coeur..... ... (ver texto completo)