"Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Mi hermano mayor se incorporó a mirar por entre las piedras y nostros le imitamos. Vimos entonces
Foto enviada por Coral



Seguimos con el cuento

Pero llegó un día en que no necesitaron decirle más: no quiso oírlo. Ya era bastante. En el corazón se le clavaron aquellas palabras, el saetazo mayor, el último.
-Buena proporción, ¿eh? Por bonita, se la tiene. Pero tenga cuidao, no se le escape un día.
El barquero comprendió la gravedad que encerraba aquella advertencia. Se trataba de su hija y de algo que hondamente afevtaba a su honor.... Y vió zozobrar su honra con la misma facilidad con que zozobraba la barca en ... (ver texto completo)
¡A seguirla! ¡A saberlo todo!.... La siguió, y todo los supo. El río había sido una barrera insufuciente para resguardar su honra. Era inútil que el río estuviese por medio: su misma hija utilizaba la barca, como puente móvil, para el paso de su amor.
A bien poca distancia, cada uno en una orilla, esperando los dos la llegada del amante.
- ¡Don Guillermo! -murmuró el tío Basilio, con el corazón henchido de rabia, roto de dolor.-Si, D. Guillermo. Él era....-Y le vió pasar el río con su hija, y, juntos los dos, muy juntos, dirigirse a la alameda, para continuar allí la entrevista amorosa. Allí entre los árboles, quedarían los girones de la honra despedazada.
Se ahogaba el pobre viejo; una congoja mortal le oprimía. Sus ojos parecían medir espantados la vereda que había recorrido aquella pareja feliz, antojándoseles una órbita terrible aquel escaso trecho de amosr y senda al propìo tiempo de la infamia. ... (ver texto completo)
Y continuaba el chismorreo. Y ahora cundían la burla y la chacota con la misma rapidez que antes sirviera para propagar la primera noticia de aquellos amores.
¡Pobre tío Basilio! No sabía nada, y era necesario contarle aquella novedad. Tal vez se alegrase mucho.... ¡Él sin saberlo!. No, no: había que decírselo.
Y comenzaron las frases equívocas, las palabras mordaces, las chanzas sobre su honra, las pullas a la belleza de su hija.....
El pobre barquero no veía a nadie; pero oía, a pesar suyo, ... (ver texto completo)
Seguimos con el cuento

Pero llegó un día en que no necesitaron decirle más: no quiso oírlo. Ya era bastante. En el corazón se le clavaron aquellas palabras, el saetazo mayor, el último.
-Buena proporción, ¿eh? Por bonita, se la tiene. Pero tenga cuidao, no se le escape un día.
El barquero comprendió la gravedad que encerraba aquella advertencia. Se trataba de su hija y de algo que hondamente afevtaba a su honor.... Y vió zozobrar su honra con la misma facilidad con que zozobraba la barca en el río al perder el gobierno de la cadena. Aquella misma noche se puso al acecho. Y aquella misma noche comprendió que era verdad todo cuanto escuchara por la tarde, y fundadas las burlas que aquellas malas lenguas habían arrojado a sus oídos.
¡Con qué brutal franqueza vino la certidumbre a confirmar la sospecha apenas nacida en lo profundo del alma!..... Pero no; él no esperaba tanto; No creía que, mientra él descansaba entregado al sueño, su hija huyera de casa a buscar el amor en los brazos de un hombre. ... (ver texto completo)
Mi hermano mayor se incorporó a mirar por entre las piedras y nostros le imitamos. Vimos entonces a Efrén deslizarse entre los juncos como una gran culebra. Con sigilo trepó hacia el terreplén, por donde subía el último de los chicos, y se le echó encima.