IV
¡Buena charrabada le había hecho al barquero su hija! Nada, lo que se estaba esperando de un día a otro: que la barca había amanecido del lado de allá... ¡Cuidado que se lo habían advertido repetidas veces! Y salió como se dijo. ¡Ahora, que tuviese paciencia!....
El tío Basilio se aseguró de que nadie sabía la verdad. Al oir tales comentarios hubo de comprender que ningún vecino de la villa había visto lo que ocurriera en el río la pasada noche.
Sepultados quedaban allí los dos amantes ¿Donde ... (ver texto completo)
¡Buena charrabada le había hecho al barquero su hija! Nada, lo que se estaba esperando de un día a otro: que la barca había amanecido del lado de allá... ¡Cuidado que se lo habían advertido repetidas veces! Y salió como se dijo. ¡Ahora, que tuviese paciencia!....
El tío Basilio se aseguró de que nadie sabía la verdad. Al oir tales comentarios hubo de comprender que ningún vecino de la villa había visto lo que ocurriera en el río la pasada noche.
Sepultados quedaban allí los dos amantes ¿Donde ... (ver texto completo)
¡Allí juntos! ¿No habían reposado unidos en el lecho del amor, bañados sus cuerpos en el fulgor tibio de la luna, arrullados por la canción del río y sirviendo de doosel a la pasión satisfecha la umbría de las frondas rumorosas? Pues que descansaran ahora en el lecho de la muerte, teniendo por lápida el agua, por epitafio las ondas del río, por guardián de su tumba ¡a él!.... Ahora, que pasaran todos los del pueblo, toda aquella gente odiada, sobre el cadáver de su hija. Él, su mismo padre, les llevaría ... (ver texto completo)