"Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Bonito panorama tenemos en el pueblin; pero ya me ha dicho Naye, que acabo de hablar con ella
Foto enviada por Coral



Creció el espanto, al menos, cuando a los pocos segundos rodó sobre las cabezas de los asustados campesinos un trueno formidable. Fué un trueno prolongado que hizo retemblar la llanura. La nube, como atraíada por la campana, dió el último avance, colmó el espacio, borró todo horizonte y, cual si deseara oprimir a la tierra con su negrura letal, pareció adherirse al suleo para infundirle sus estertores, que revelaron de pronto la existencia de ignoradas inmensidades, puestas ahora ante los ojos dilatados ... (ver texto completo)
A creencia tan firme había contribuído en mucho, si no en todo, la circunstancia importantísima de que, en los cinco lustros que hubo de durar el sagrado misterio del anterior párroco, jamás nube alguna produjo en los campos daños de consideración, ni mucho menos recordaba nadie que se hubiesen perdido las cosechas. Aquel ministro del altar, chapado a la antigua. prototipo de curas reales, había acudido siempre, con la diligencia que permitían sus crasitudes, a desafiar con los Evangelios en la mano la amenaza fatídica de cuantas nubes hubieron de asomar su hosco ceño por el borde del horizonte que enmarcaba aquellos contornos. Y tal eficacia ponía en sus conjuros, tal era el éxito que alcanzaban los exorcismos del buen sacerdote, que una fe ciega, fe campesina, fué siempre la que habían depositado todos sus feligreses en aquel hombre rudo, abotagado rostro, pero excelente fondo de hombre de bien, creyente a puño cerrado y persona de sencillísimas costumbres. Hasta se había dado la circunstancia de sobrevenir la tormenta en ocasión de estar ausente el cura, por hallarse en algún pueblo limítrofe, y volar allá, en busca suya, reventando caballos, dos o tres vecinos comisionados por toda la feligresía para hacerle venir, con el mayor apremio, en defensa de los campos amagados por la pavorosa tempestad. ... (ver texto completo)
- ¡Las cadenas!- oyó don Luis gritar, con indecible angustia, a algunos labriegos que, consternados, dirigiéndose veloces hacia el pueblo, con los semblantes demudados por el terror. Echó también sus pasos el rico hacendado en dirección de la aldea, si bien con menos miedo y más calma, cuando hubo de percibir los ecos distantes de un agudo sonido metálico. Era la campana de la iglesia, que hacía resonar su voz en lo alto de la torre y cuyo monótono repique, más que un retador conjuro que pretendiese ... (ver texto completo)
Creció el espanto, al menos, cuando a los pocos segundos rodó sobre las cabezas de los asustados campesinos un trueno formidable. Fué un trueno prolongado que hizo retemblar la llanura. La nube, como atraíada por la campana, dió el último avance, colmó el espacio, borró todo horizonte y, cual si deseara oprimir a la tierra con su negrura letal, pareció adherirse al suleo para infundirle sus estertores, que revelaron de pronto la existencia de ignoradas inmensidades, puestas ahora ante los ojos dilatados por supersticiosos terror. Entonces ya cesaron las vacilaciones. Cuando don Luis se aproximó a aquel tumultuoso grupo de gente, formado por gran parte del vecindario y que iba engrosándose cada vez más, pudo enterarse al fin de lo que ocurría. Tratábase de avisar al párroco del pueblo para que viniese a conjurar la tormenta. Con esto no hacían otra cosa sino obedecer a la convicción, arraigada entre la gente campesina, de que el cura poseía la virtud de alejar todo peligro cada vez que una tempestad se presentaba en el horizonte. Siempre que alguna nube llegaba a visitar la comarca, era sabido ya: los vecinos todos del pueblo volaban a casa del párroco a pedir <<la conjura>>. Que saliese también ahora a leer los exorcismos y aplacara la tormenta, que esta vez llegaba más temible que cuantas otras habían aparecido en el cielo de aquellos páramos leoneses. Para ello recibía anualmente el pastor de almas una ofrenda por concepto de conjuros y bendición de campos. ... (ver texto completo)
Bonito panorama tenemos en el pueblin; pero ya me ha dicho Naye, que acabo de hablar con ella ahora mismo por teléfono, que la nieve no ha cuajado.
Ahora andamos un poco atareadillos, pues estamos recogiendo todos los "aperos" para llevar mañana, aprovechando que tenemos que ir para reunirnos con los miembros del jurado.
¡Feliz noche para tod@s!. Mañana os contaremos las novedades.