¡Jo! No se si me estoy repitiendo..... Si es así, lo siento. Pero bueno por si acaso seguimos....
Ello no quitó que la niña supiera cómo andaba su fama, puesta en todo comento. Así daban por hecho las gentes, sólo de hacerlo ellas, lo que el galán no se atrevía a pedir, aunque el porfiar por que anduviese en lenguas a la sazón ya decía de suyo de cuanto pensaban todos tener que avergonzarse. Ello no quitó que la pobretica llorara por aquel su amor que en el corazón se había metido. Así que lo ... (ver texto completo)
Ello no quitó que la niña supiera cómo andaba su fama, puesta en todo comento. Así daban por hecho las gentes, sólo de hacerlo ellas, lo que el galán no se atrevía a pedir, aunque el porfiar por que anduviese en lenguas a la sazón ya decía de suyo de cuanto pensaban todos tener que avergonzarse. Ello no quitó que la pobretica llorara por aquel su amor que en el corazón se había metido. Así que lo ... (ver texto completo)
Pues como veo que estoy yo solita, voy a seguir coen el cuento.
Alocado andaba el galán con aquel morir de su primera alegría. Fuera tanto el suspirar por la ilusiñon en fuga, tal el poner su cuita en acechos y celadas a toda hora, que perdiera la color y rematara al fin con quedar sin ánima, de no hacerle fuerza el tener que valerse de la suya, cuando en la cortejada triste de cada noche iba abondando la pena, si había de sufrir otra compaña que la de su dolor, silencioso en el ínter, poniendo en el disimulo de su falencia el desengaño de los sus amores, y dejar que otros mozos contejasen a Mariuca, en el conque de que para todos cundiera el apego y el buen aquél de la niña: que ya en la ronda los mozos, con el arribo a la casa del tejedor y el sentir del remozón de una fineza, llevaban siempre el gusto en el desgañitarse con la misma copla:
<<Me gusta la miel que es dulce
y la rosa tempranera
y la cuba del buen vino
y la moza forastera.>> ... (ver texto completo)
Alocado andaba el galán con aquel morir de su primera alegría. Fuera tanto el suspirar por la ilusiñon en fuga, tal el poner su cuita en acechos y celadas a toda hora, que perdiera la color y rematara al fin con quedar sin ánima, de no hacerle fuerza el tener que valerse de la suya, cuando en la cortejada triste de cada noche iba abondando la pena, si había de sufrir otra compaña que la de su dolor, silencioso en el ínter, poniendo en el disimulo de su falencia el desengaño de los sus amores, y dejar que otros mozos contejasen a Mariuca, en el conque de que para todos cundiera el apego y el buen aquél de la niña: que ya en la ronda los mozos, con el arribo a la casa del tejedor y el sentir del remozón de una fineza, llevaban siempre el gusto en el desgañitarse con la misma copla:
<<Me gusta la miel que es dulce
y la rosa tempranera
y la cuba del buen vino
y la moza forastera.>> ... (ver texto completo)