Los odios estuvieron carcomiendo durante más de veinte años el alma de un tal Gutierre Quijada, capitán de un grupo que compitió en los combates del puente de Órbigo sin conseguir alcanzar más gloria que la del defensor del Passo. Eso no pudo sufrirlo y, cuando palpitaban las estrellas prendidas del negro manto del firmamento, aceros que reflejaban la pálida luz de la luna, ejecutando fríamente la venganza, tiñeron de sangre lasa piedras del camino. “ Non es nada. Non es nada. ¡Quiñones, Quiñones!”, ... (ver texto completo)
Ahora, el viento esparció la desgracia por aquellos parajes: “ ¡Han matado a dos Suero de Quiñones!” “ ¡Han matado a dos Suero de Quiñones!”. Pero el crimen quedó impune.
En mala hora confesó el de la triste figura su parentesco con el traidor: “.. Gutierre Quijada, de cuya alcurnia yo diciendo por línea recta de varón” (Quijote I-XLIX).
La última “hazaña” de don Suero fue encontrar la muerte, esta vez, sin ir a buscarla. Maldita “gloria” para tan esforzado caballero, acuchillado a manos de cobardes.
A la memoria me vienen aquellos versos de Cayón Waldaliso parafraseando al de Olmedo: ... (ver texto completo)
En mala hora confesó el de la triste figura su parentesco con el traidor: “.. Gutierre Quijada, de cuya alcurnia yo diciendo por línea recta de varón” (Quijote I-XLIX).
La última “hazaña” de don Suero fue encontrar la muerte, esta vez, sin ir a buscarla. Maldita “gloria” para tan esforzado caballero, acuchillado a manos de cobardes.
A la memoria me vienen aquellos versos de Cayón Waldaliso parafraseando al de Olmedo: ... (ver texto completo)