ESCRITO DE GEMMA (CEAS) SOBRE DÑA FAUSTINA:
Y dice Gemma (CEAS) sobre dicho escrito: He intentado ser breve sin ser incompleta y fijarme más en lo humano que en datos de sus actos... Quería profundizar en sus aportes, contextualizando lo mínimo en su época; no quise cargar el texto con fechas y nombres, ni siquiera de sus hijos, ni siquiera el de Casona pues no quiero profundizar más en "la madre de Casona" pues ciertamente por derecho debería decirse "el hijo de Doña Faustina".
"Nos hemos reunido hoy para celebrar un sentido homenaje a nuestra maestra Faustina Álvarez.
Permítanme los cronistas tenerla como nuestra: ciertamente que nació en León, pero no deja de ser el acontecimiento un hecho circunstancial en su vida; no pueden unas pocas horas ocultar la realidad; Doña Faustina pasó su infancia en Canales siendo educada bajo los principios de una familia montañesa, procediendo la de su padre de la comarca de Babia y la de su madre de Omaña. Aquí empezó a leer, en la “casa de los balcones” afición que realizaba a escondidas, como nos contó su hija y después el Sr. Feito, bajo las mantas de la mesa camilla pues a su madre no le gustaba esa afición para una mujer. Así preparó su formación en magisterio, acudiendo, ocasionalmente a León gracias al apoyo de su tía Carmen, para poder examinarse. También aquí trabajó como maestra el tiempo que pudo, arreglando la escuela, creando el Coto Escolar y la Mutualidad Escolar “Árbol Frutal de Canales”. Y aquí acudía a descansar en los momentos que su densa vida le permitía, y a procurarse para ello una vivienda que hoy lleva su nombre. Doña Faustina nos dejó pronto, y con nosotros permanece.
Pero no es menos cierto que debemos considerar a Faustina ciudadana del mundo. Fue una mujer valiente que recorrió varias ciudades españolas allí donde le llevaban los destinos de maestra, cerca de su marido, de inspectora después. Allí donde llegaba se entregaba al máximo con generosidad y así se la recuerda con cariño en varias provincias españolas.
No podemos entender todo el aporte de Dña. Faustina sin situarnos en el momento en el que nació (febrero de 1874) y vivió. En aquella España de finales del siglo XIX había dos terceras partes de personas analfabetas, la mayoría mujeres, la mayoría del medio rural. Falleciendo poco antes de la Guerra Civil, la situación política y económica que la tocó vivir fue muy inestable.
No teníamos Seguridad Social, las familias del medio rural vivían en una gran pobreza. La educación empezaba a organizarse, teniendo la primera legislación un carácter organizativo más que pedagógico; como Faustina nos recuerda, un ministro de educación coetáneo no creía necesario que una maestra supiera leer para desarrollar su misión adecuadamente. No sólo no se consideraba necesario que una mujer se cultivase si no que no se consideraba apropiado y ni siquiera las niñas que acudían a la escuela bajo esas primeras leyes podían tener el mismo currículum formativo que los niños.
En este contexto podemos valorar a Dña. Faustina como excelente maestra y no es admisible que su título como primera inspectora de España oculte su labor como maestra de maestras y pedagoga indiscutible.
Fue una gran luchadora por la igualdad de la mujer, no sólo logrando su formación sino apoyando y ayudando económicamente a las jóvenes que ella consideraba podían tener un futuro mejor y ser más útiles a la sociedad formándolas como maestras en una verdadera labor de mecenazgo. Animaba a sus alumnas a estudiar y a formarse y a toda mujer a tomar un papel más activo en la sociedad.
Gran defensora del medio rural, ejerció su labor como maestra en él y, siendo inspectora, gustaba de acercarse a los pueblos más alejados para que ningún niño o niña quedase sin el derecho a una buena labor pedagógica para lo cual creía imprescindible saber montar a caballo y saber vivir con la misma dureza de los pueblos a los que acudía.
Era una mujer naturalista que, como en Canales, propiciaba que los niños y niñas tuviesen conocimientos del medio y de la agricultura cuando el currículum escolar no lo entendía como prioritario, adelantándose, sin duda a lo que todavía hoy no hemos valorado suficiente que es la relación de nuestra salud mental con la naturaleza.
Fue también precursora de los Servicios Sociales, creando –entre otras instituciones- la primera Mutualidad para niñas en Asturias, paralelamente a su compañero Artime que creó la de niños, mutualidades que se dotaban del apoyo de familias e instituciones y permitirían a los menores tener asistencia médica, a los jóvenes de 25 años contar con unos fondos y tener una jubilación a los mayores.
Precursora de lo que hoy entendemos como “conciliación de la vida familiar y laboral”, lo que nos transmitió en su artículo Derecho de consorte y que supo demostrar acompasando su trabajo a la crianza de sus cinco hijos y a la dureza de las labores domésticas de su época.
Pionera en la formación de las familias utilizó los medios locales para dirigirse a madres y padres y transmitirles los principios pedagógicos y morales que ella consideraba fundamentales, escribiendo con valentía, corrigiendo con tacto y modo inteligente defectos generalizados que aún hoy impiden el desarrollo de nuestros pueblos.
Hoy un gran filósofo, profesor de secundaria de filosofía y pedagogo español José Antonio Marina nos recuerda: para educar a un niño hace falta la tribu entera; ella nos dijo de modo más sencillo: Para educar somos necesarios todos.
Fue una gran defensora de la coeducación, considerando como absurda la diferenciación de sexos para la organización escolar.
Podemos tenerla como una gran propulsora de la educación popular, de la animación y el desarrollo rural pues organizaba con sus compañeros seminarios y conferencias en los que participaba activamente dotando de contenidos actuales a las mismas para instruir a los vecinos y vecinas de las localidades donde impartía sus clases también formación relacionada con las nuevas leyes que se aprobaban, la mejor forma de cultivar y sacar provecho de la tierra,…
Defensora de la democracia y crítica del caciquismo podemos y debemos recordarla como una gran pedagoga plural e innovadora, de la que no conocemos mucho pues siendo mujer ha sido reconocida tarde. Tampoco nos dejó muchos escritos que hoy podamos recordar; utilizó la prensa sólo para llevar sus principios pedagógicos a la sociedad, nunca para tener fama. Los artículos que de ella conservamos no venían firmados con su nombre (era, por ejemplo, “La Maestra de Miranda”), si firmó con otros seudónimos en otras ciudades lo desconocemos.
Sirva este momento pues para hacer una llamada para continuar su obra: profundizar en su estudio, trabajar en la recopilación de sus documentos y archivo con mimo, trabajar en la animación a la lectura, en la protección a la naturaleza, en la formación de padres y madres, en la colaboración municipio-familia-escuela, en la lucha contra las desigualdades como nuestra, que es, Doña Faustina de Canales.
Rosa Gemma Casares González
Maestra y Psicopedagoga
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