Y el pobre tío Basilio pasó en aquel estado el resto de la noche. Al día siguiente, las chacotas que escuchó fueron más intencionadas que nunca. Apenas la ausencia de Magdalena fué notada y vieron algunos la situación de la barca en el río, empezaron a zaherirle con mucha mayor saña que hasta entonces. - ¿Con que se había escapado, eh? Esta vez no sería tan caro el pasaje....-Y todos mostraron compadecerse de aquel padre sin ventura, lanzándole al rostro frases de irritante lástima. -Que no se afligiera
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Por allí acertó a pasar Toñuelo. Al ver el rostro ceñudo del tío Basilio, se sonrió, preguntándole con sorna:
¿Cuando vuelve Magdalena?
El barquero levantó los ojos....-Él la había querido mucho, ¿verdad? -Y a esta pregunta respondió Toñuelo con una carcajada....- ¡Sí, sí! Si ya sabía él que la había querido mucho.... Pues, bueno.... Magdalena no volvería ya; jamás se presentaría delante de su padre. Se había ido para siempre, para no volver nunca. Lo aseguraba él... -Y el sollozo sobrevino como para ahogar tales seguridades en el corazón.
- ¡Ya no vuelve, Toñuelo, ya no vuelve!....
La tarde declinaba. Moría la luz, acosada por las sombras que iban surgiendo de la tierra. El sol, enfundándose en su gasa de rosadas nubes, brilló como un ascua enorme, apagándose con los matices del crepúsculo. Piaban los pájaros ocultos en la arboleda. Las golondrinas, camino del pueblo, rastreaban en rápidos giros. Y la vega sentía el despertar de los ruidos nocturnos, a la vez que iba sumiéndose en las sombras azuladas, al par que la luz iba huyendo hacia allá, hacia donde la vida moría para renacer fecunda siempre y eterna en su obra de amor.
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