Seguimos con el cuento "EL FORO"
- ¿Me amenazas?-exclamó D. Jerónimo.
- ¡Granuja!-gritó el sobrino.
-A usté le toca callar-contestó a éste el labriego. -Sí, D. Edmundo, callar y hacer lo que le manden.
-Pero ¿que quieres?- preguntó el cacique.
-Que le dé a su sobrino la llave de onde guarda el documento.
- ¿Cual?
-Ya sabe usté cuál le digo.
- ¿Y para qué voy a darle la llave? ... (ver texto completo)
- ¿Me amenazas?-exclamó D. Jerónimo.
- ¡Granuja!-gritó el sobrino.
-A usté le toca callar-contestó a éste el labriego. -Sí, D. Edmundo, callar y hacer lo que le manden.
-Pero ¿que quieres?- preguntó el cacique.
-Que le dé a su sobrino la llave de onde guarda el documento.
- ¿Cual?
-Ya sabe usté cuál le digo.
- ¿Y para qué voy a darle la llave? ... (ver texto completo)
La actitud decidida, aquella amenaza terminante, hizo que el dueño y señor se doblegara ante la indomable energía del aldeano, cuyo semblante lleno de fiereza reflejaba un odio tan grande como su desesperación. Entregó el tío al sobrino un manojo de llaves, dándole instrucciones para el hallazgo del documento que el tío Varisto reclamaba, y D. Edmundo partió para el pueblo con la mayor premura.
- ¡Que le vea yo volver solo!- le advirtió el enfurecido guarda.- ¡Si no, ya sabe usté lo que le espera a su tío!
- ¡Lo has de pagar! -Profirió éste.
El tío Varisto no hizo caso y se mantuvo en contemplar los pasos cortos que daba el viejo, como fiera enjaulada, esperando el regreso de D. Edmundo.
Cuando este llegó, se adentó el tío Varisto a arrancarle de las manos el papel; le examinó, reconoció su firma y le hizo infinitos pedazos.
-Está bien, D. Jerónimo-concluyó el tío Varisto diciendo.-Usté y yo hemos terminado el pleito, ni tan pronto como usté pensaba, ni tan tarde como lo compañeros que no me ayudaron a defenderme contra usté. Ahora, espéreme uno de estos días, que cuento con ir a pagarle el foro de este año, llevando testigos de toa mi seguridá.
FIN ... (ver texto completo)
- ¡Que le vea yo volver solo!- le advirtió el enfurecido guarda.- ¡Si no, ya sabe usté lo que le espera a su tío!
- ¡Lo has de pagar! -Profirió éste.
El tío Varisto no hizo caso y se mantuvo en contemplar los pasos cortos que daba el viejo, como fiera enjaulada, esperando el regreso de D. Edmundo.
Cuando este llegó, se adentó el tío Varisto a arrancarle de las manos el papel; le examinó, reconoció su firma y le hizo infinitos pedazos.
-Está bien, D. Jerónimo-concluyó el tío Varisto diciendo.-Usté y yo hemos terminado el pleito, ni tan pronto como usté pensaba, ni tan tarde como lo compañeros que no me ayudaron a defenderme contra usté. Ahora, espéreme uno de estos días, que cuento con ir a pagarle el foro de este año, llevando testigos de toa mi seguridá.
FIN ... (ver texto completo)