Iris, la mensajera de los dioses
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Si alzara las manos podría tocar las nubes, pensó. Pero, estaba segura, su gesto desataría una feroz caída de agua, tal como había soñado.
Se sentó en su silla de paja deshilachada mientras pensaba que ese sueño no lo compartiría con nadie. Recordaba muy bien los dichos de su abuela, que le decía que los sueños se harían realidad cuando se los contara en ayunas.
De ese modo hablaba para sí misma cuando llamaron a la puerta con perentoria insistencia. ... (ver texto completo)
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Si alzara las manos podría tocar las nubes, pensó. Pero, estaba segura, su gesto desataría una feroz caída de agua, tal como había soñado.
Se sentó en su silla de paja deshilachada mientras pensaba que ese sueño no lo compartiría con nadie. Recordaba muy bien los dichos de su abuela, que le decía que los sueños se harían realidad cuando se los contara en ayunas.
De ese modo hablaba para sí misma cuando llamaron a la puerta con perentoria insistencia. ... (ver texto completo)