Gran parte del verano había transcurrido sin otras novedades que dos o tres multas impuestas al nuevo guarda por abandonos casi momentáneos del servicio. Bien sabía él que tales sanciones obedecían a instigación de D. Jerónimo, a quien le había sentado mal su nombramiento; pero no le importaba, y los castigos fueron sufridos con gusto.
Hallándose en estos recuerdos y meditaciones, vió el tío Varisto, por fin, serpear valle arriba, entre las tierras de labor, al tirano del lugar, en unión de su sobrino. Subían lentamente hacia el viñedo, donde las claridades del crepúsculo dejaban aún inundada parte de la campiña en un baño de tibia luz, reflejo de la llamarada harto débil que despedía el sol, hundido ya sin remedio en la sima del horizonte. Una tonalidad azulina saturaba el bravío paisaje, cuya calma fué estremecida levemente por un tímido campaneo de toque de oración. El tío Varisto esperó a que los paseantes cruzaran el camino del monte, y, una vez ocurrido esto, requirió la tercerola, pegó varios saltos, se puso al pie del dío, le cruzó por los endebles maderos, atravesó la angosta vga, trepó las laderas inmediatas y se plantó a veinte pasos de D. Jerónimo y su sobrino. Lentamente fué midiendo después la corta distancia, mientras advertía que su verdugo, inmóvil al verle, se iba quedando densamente pálido.
-Buenas tardes -dijo el tío Varisto.
- ¿Que buscas tú aquí?-contestó D. Jerónimo.
-Eso, bueno es que se lo pregunte uo a usté; que este terreno es coto, como usté sabe. Pero ya puede imaginarse a lo que vengo.
-Te he dicho que es imposible.
-No, si no es eso lo que le pido-repuso en censatario-; es otra cosa. Usté ha querido arruinarme. Por seguro tengo que se hará justicia, y le ganará lo que es suyo los que pleitean; pero como no pué haber justicia pa mi, que soy harto pobre y no puedo pleitear, tenga usté por más seguro entoavía que el pleito mío con usté se va a fallar en este mesmo instante. ... (ver texto completo)
-Buenas tardes -dijo el tío Varisto.
- ¿Que buscas tú aquí?-contestó D. Jerónimo.
-Eso, bueno es que se lo pregunte uo a usté; que este terreno es coto, como usté sabe. Pero ya puede imaginarse a lo que vengo.
-Te he dicho que es imposible.
-No, si no es eso lo que le pido-repuso en censatario-; es otra cosa. Usté ha querido arruinarme. Por seguro tengo que se hará justicia, y le ganará lo que es suyo los que pleitean; pero como no pué haber justicia pa mi, que soy harto pobre y no puedo pleitear, tenga usté por más seguro entoavía que el pleito mío con usté se va a fallar en este mesmo instante. ... (ver texto completo)