Pero en los tres, un amigo común: el sapo, cosa buena, porque el sapo, pobre sujeto de poca y mala prensa, que ni los fabulistas se acuerdan de el, sino es, como en Iriarte, para tildarle de escuerzo presumido que echa pullas al mochuelo; porque el sapo torpe, que tan pintorescos sustos provoca en las buenas gentes urbanas cuando se pierden por el campo -en el que casi siempre se pierden-; el sapo de la "sapada", el del bilioso "echar sapos y culebras", el del escalofriante "pisar un sapo" o el del ... (ver texto completo)