En consecuencia, cuando llegó a la ciudad cierto camarada de
Madrid, constituido en mando intermedio, con ánimo y encargo de organizar la propaganda y se encontró tan alcanzado de fondos como era habitual en su partido y con tan acusada escasez de militantes para completar las escuadras de
trabajo -carteles, escaleras y cubo-, teniendo en cuenta, además, que toda ayuda era poca, pues que la cosa podía terminar a linternazos y aún a tiros, porque los ánimos estaban bastante excitados, como era
hombre de recursos ideó echar mano de algunos
amigos personales, presciendiendo en absoluto de cualquier consideración sobre edad o credos
políticos de los alistados.