Siguió la guerra, los Nacionales iniciaron la ofensiva que concluyó con el Frente del Norte y los compadres de Manolo, cada vez más confiados ante la impunidad de que parecían disfrutar y excitados con la proximidad de los combates, dieron en la manía de comentar las operaciones bélicas a gritos y, con estrategia de café, ayudándose de tazas, terrones y cucharillas, esponían, en su ingenua petulancia, cómo se podría contener el ataque nacional en el Norte y tenérselas tiesas con las tropas de Franco, ante las que ya habían ejecutado, o ejecutarían después, retiradas tácticas -cuando no urgentes desbandadas -Las Brigadas Internacionales, el Quinto Regimiento y los hombres del Campesino, de Líster o de Cipriano Mera y los de todas las demás unidades escogidas del Ejército Republicano.