No dejó de sorprenderle lo desabrido del recibimiento que lo dispensó aquella autoridad desde el momento en que le expuso el motivo de la visita, de tal manera que la entrevista se iba desarrollando con el visitante de pie en mitad del salón y el gobernador paseando de testero a testero como
león enjaulado, mientras escuchaba las razones que, a favor del detenido, y para lograr su libertad, iba exponiendo el forastero.