Y cuando se enteró de la
noticia, ni pudo ni supo disimular la contrariedad y salió de su despacho lamentándose amargamente ante unos y ante otros:
- ¡Que desdicha! Ahora... ¿Cómo me voy a arreglar para atender mis cosas?
- ¡Esto es un desastre! ¡Tendré que vivir de pensión, pues no creo que me quieran acompañar mis hermanas!
- ¿que voy a hacer allí sin
amigos?
- ¡Y además aquel clima me sienta fatal para el reúma!.