¡Hola Libertad! una vez más ¡cuánta razón tienes! Te levantas cada mañana con ganas de luchar y difundir alegrías y pronto viene el mundo con la rebaja y un nuevo atentado contra la justicia social, una más cruel violencia te obliga a preguntarte si no habremos regresado ya a las cavernas, si el mundo tiene todavía salvación, si no es cierto que la audacia, la desfachatez o la crueldad de unos pocos es capaz de arruinar el esfuerzo constructivo de generaciones y generaciones que lucharon por mejorar al
hombre
Y qué hacer? ¿Tirar la toalla y hundirnos en el pesimismo y la desesperanza? Espero que se me sigas permitiendo continuar gritando que «en el hombre hay muchos más motivos de admiración que de desprecios, que en este tiempo brilla mucho más el mal que el bien, porque «la hierba crece de noche» o que, incluso si viviéramos en un mundo absolutamente cerrado a la esperanza, nuestro deber de seguir luchando por mejorarlo seguiría siendo el mismo.
"Quisiera seguir hablando, sobre todo, de la «pequeña esperanza». Porque siempre he temido que el mayor enemigo de la esperanza fuera precisamente la ilusión y la ingenuidad. Y que en ningún caso en éste se hiciera verdadera la afirmación de que «lo mejor es enemigo de lo bueno».
Porque muchos abandonan su lucha por la esperanza simple- mente porque no pueden lograrla al ciento por ciento. La seguirían, en cambio, si aceptasen humildemente construir cada día una chispita de esperanza, un uno por ciento o un medio por ciento de mejoría de la realidad"
Esa es la clave: «eso poquito que yo puedo y es en mí». Nadie nos pide que cambiemos el mundo. Lo que de nosotros se espera es que aportemos «ese poquito» que podemos, no más.
Por eso yo creo que contra la desesperanza no hay más que una medicina: la decisión y la tozudez. Ahora que ya estamos todos de acuerdo en que el mundo es un asco, vamos a ver si cada uno barre un poquito su propio corazón y los tres o cuatro corazones que hay a su lado. El día en que nos muramos, tal vez el mundo siga siendo un asco, pero lo será, gracias a nosotros, un poco menos.
Nunca debemos perder la ESPERANZA.
Un abrazo de paz