Pues eso: que no traigo nada preparado. Que estos papeles solo contienen una facina de mantras, "Canales-La Magdalena" Un solo pueblo

Pues eso: que no traigo nada preparado. Que estos papeles solo contienen una facina de mantras, jaculatorias y haikus diversos que tengo que ir salmodiando para mis adentros mientras hablo, para así mantenerme sereno.
(Y si cuela, cuela).

Ante todo quiero decir a los impulsores del IEO y a los proponentes de mi persona como candidata a esta distinción tan honrosa, sabrosa y halagadora que, hasta hoy, yo no he hecho por Omaña nada más que disfrutar de ella.

He gozado de Omaña andando por todos sus montes, caminos y senderos, fantaseando -porque, como Forrest Gump, yo no sé mucho de casi nada y el que de verdad sabe de geología es Alipio García de Celis-, fantaseando, digo, con los remotos procesos geológicos, el alzamiento de estas cumbres formidables, las excavaciones y pulimentos labrados por colosales lenguas de hielo que dejaron tras de sí bellísimas lagunas y valles protectores, la tarea calmosa del tiempo que allana los pandos y las lombas como allana en nosotros la memoria. Disfruté explorando los bosques fabulosos, tratando de avizorar al urogallo o algún otro de los bichos totémicos, los últimos que se resisten a migrar definitivamente desde los abedulares y robledales de Omaña a la fronda etérea de la leyenda. Disfruté también escudriñando vestigios de castros, acueductos romanos y minas de oro y rastreando derroteros arcaicos y curioseando cuevas o cuartines de mouros y pisadas o rodillazos del caballo blanco de Santiago y seres extraños convertidos en peñas que entrañan mensajes crípticos o que tienen virtudes prodigiosas. Disfruté hurgando en trazas de construcciones medievales, en conventos y tumbas de leyenda enigmática. Disfruté haciendo con todo ello mil conjeturas. Disfruté descubriendo iglesias y retablos con santos insólitos que el mundo ya olvidó desde que permanecen recluidos en estas místicas soledades. Y deleitándome con los escritos de tantos intelectuales como hurgaron en la memoria exuberante y sugestiva de esta tierra que los parió.

Foto: facendera fluvial