COLABORACIONES EN LA EDICIÓN LOCAL DE HOY
EXTREMADURA
Alarma injustificada
El autor reflexiona sobre la clase
política y su facilidad para hacer frases de éxito a falta de medidas eficaces
NOTICIA DE José María Gómez de la Torre12/10/2013
Ayer sonó el timbre de mi casa. Cuando abrí, ante la puerta había una
mujer joven que con la cabeza inclinada sobre el pecho dijo algo que no logré entender. Tuve que preguntarle qué quería. Levantó el rostro y entonces la entendí: «Estoy pidiendo. No tengo para
comer». No pude aguantar la mirada de sus ojos humillados, cargados de desesperación y vergüenza.
La socorrí con amargura, tendiendo mi mano hacia ella sin ser capaz de mirarle a la cara, mientras pensaba en uno de mis hijos que en los últimos dos años y medio ha conseguido
trabajo dos días; y recordaba al presidente del
Gobierno diciendo en un país con el 26% de parados: «Insisto, señorías, para animar la búsqueda activa de trabajo, los nuevos receptores que se incorporen a la prestación la verán reducida a partir del sexto mes del 60 al 50% de la base reguladora». Por respeto no digo de quién me acordé cuando resonó en mi mente el « ¡Que se jodan!», corolario en forma de rebuzno con el que una diputada -a la que por respeto al pueblo soberano deberían haber expulsado de su partido y del Congreso- cerró el anuncio de tan sagaz medida.
Existe la tendencia a hacer las cosas de cualquier modo, porque en este sistema regido por la incompetencia y la
corrupción si se hacen mal no importa: nadie se da cuenta (al que se dé se le tapa la boca); y si se hacen bien nadie lo agradece. Dice Julio Caro Baroja que «la política es el raro arte de hacerlo todo mal, cuando de vez en cuando hay ocasiones de hacer las cosas bien o regular».
Lo que nuestros
políticos saben hacer bien para esconder su incapacidad es crear frases pegadizas, con impacto, que en unos casos convencen y en otros sirven para que alguien los ridiculice. Recuerden aquel «
España va bien» y sigan por «desaceleración», «brotes verdes», «la culpa es de Zapatero», «el efecto llamada», «herencia recibida», «no me queda más remedio», «por encima de nuestras posibilidades»...
La que mejor los retrata es esa de «hemos hecho, (estamos haciendo, vamos a hacer o no han hecho) los deberes» que me hace pensar que, en cierta forma, su cabeza no ha superado la edad escolar y sus entendederas se encuentran a ras de los niños de Primaria. Lo que no me extraña cuando nuestros senadores juegan como críos con el uso de sus lenguas vernáculas para recibir todos por el pinganillo la traducción en castellano, que es idioma que entienden unos y otros.
La coletilla más irritante es la de «los grandes esfuerzos» que hacen para aprobar un decreto, modificar una norma, recortar derechos ciudadanos o subir los impuestos. ¿Se imaginan al ministro de Hacienda con el rostro enrojecido, los ojos saltones, los dientes apretados y los tendones del cuello tensos como cuerdas de guitarra, "esforzándose" para reducir el presupuesto de
sanidad un 35% para 2014? ¿O a la ministra de
Empleo con los puños cerrados, clavando las uñas en
la palma de sus manos, el rostro crispado, apretando el abdomen en su "esfuerzo" para subir el próximo año (y los que vengan) la pensión media de
jubilación en 2,43 € al mes?
Siento vergüenza ajena cuando en el Congreso le piden cuentas a un ministro y la respuesta es «ustedes lo hicieron primero» o «en la comunidad que gobiernan también se hace» justificando lo que se hace mal con que otros lo han hecho con anterioridad o se está haciendo en otro sitio. Porque lo que está mal está mal y no es justificación el que haya precedentes o haya quien también lo hace. Nuestros políticos no entienden que deben dejar de una puñetera vez lo de «tú más» y reflexionar si no deben decir «yo también».
33.000 millones de euros
Y tampoco entienden que gestionar bien es dar los mismos servicios con menor coste y no reducir costes dando menos servicios (o cobrándolos). Qué puede pensar un
político que dice que el partido de la oposición "levanta espantajos" y "alarma injustificadamente" con las
pensiones para sacar "unos votos del miedo" de quienes "más necesitan la tranquilidad y el sosiego" como son los jubilados, cuando el Gobierno plantea una reducción de 33.000 millones de euros de las pensiones en los próximos años. ¿Qué será para él una alarma justificada? Seguramente no es consciente de lo que suponen 33.000 millones de euros.
Hagamos "un esfuerzo" para verlo imaginando que se va a pasar esa cantidad de dinero de una caja a otra a razón de un billete de 100 € cada segundo, sin parar ni de día ni de noche. ¿Saben cuanto tiempo se tardaría? ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses? Se tardarían diez años, cinco meses, trece días, dieciséis horas y tres cuartos.
Eso es lo que, con la reforma de la ministra Báñez, se va a dejar de pagar a los pensionistas "en diferido" y con un "simulado" 1% de IPC anual. No sé si nuestros
gobernantes nos consideran tontos, lo son ellos, o si no lo son «hacen grandes esfuerzos» para parecerlo.
Aunque después de oír la categórica lección de geografía del ministro de Industria: «Le pediría a Rivero que no dijera disparates. Alguien le tiene que explicar lo que es el meridiano de Greenwich, que alguien le diga que pasa por una serie de países, entre ellos España, y que pasa también por
Canarias», se están disipando mis dudas.