En aquel tiempo, la Ilustración europea anunciaba profundas reformas sociales y presagiaba la decadencia inminente de los señoríos. Quienes acertaron a ver ese futuro acometieron los estudios jurídicos, académicos y sociales que les abrirían el camino hacia ocupaciones relevantes en la administración, las
finanzas, la industria y el comercio. Juan Manuel Quiñones Abaurre fue uno de ellos. Recibió formación académica en las
universidades de Oviedo y
Valladolid y en 1777 era abogado de la Real Chancillería. Su briosa carrera profesional lo alejó definitivamente de la antigua especie nobiliaria, terrateniente, rentista y desocupada.