La gloriosa participación de los
españoles en el triunfo final «tuvo un comienzo dramático» en los campos de internamiento habilitados por el
Gobierno francés como respuesta al éxodo
español al terminar la
Guerra Civil. «Apriscados como el ganado, resistieron las humillaciones exhibiendo el orgullo de su lucha contra el franquismo», apunta.
Para Serrano, el mérito de los españoles que lucharon en
Francia es doble por tratarse de gente corriente, pues «los prohombres de la República» huyeron a América y Rusia tras producirse el pacto
germano-soviético y la ocupación
alemana de Francia. «En Francia aguantaron los miembros de las capas populares y en el más absoluto de los desamparos», precisa.
Más de medio millón de republicanos españoles se amontonaban en la frontera en 1939. Entre estos
hombres y
mujeres humildes y valerosos, hubo leoneses de renombre en la resistencia
francesa, como el maestro Julián García Villapadierna (Villabúrbula 1901- Carcasonne 1963), quien, como cuenta Secundino Serrano, se echó al monte después de la revolución del 34 y pasó a
Cataluña hasta el triunfo del Frente Popular en 1936.
Al acabar la Guerra Civil siguió el camino del exilio a Francia de miles de español y pasó por un campo de internamiento, hasta que fue liberado. Llegó a ostentar los galones de comandate en la resistencia y en 1943 organizó la
Escuela de Mandos Guerrilleros de Roullens. En 1944 pasó a
España con el alias de Vitalino y estableció una cadena de evasión desde los Pirineos hasta
León con paso hasta
Galicia.
«El maestro y guerrillero leonés Julián García Villapadierna relata cómo a mediados de 1942 los españoles tenían que arramblar con las armas del llamado
Ejército Secreto. Conforme a la versión del activista republicano, el nombre del movimiento gaullista correspondía a su actitud: era tan secreto que nadie sabía sus actividades, aunque disponían de magnífico armamento», escribe el historiador leonés. «La tesis de García Villapadierna se ajustaba a la realidad: los guerrilleros de la AS se dedicaban a acaparar armas porque el verdadero ‘objetivo’ eran los ‘rojos’
franceses (y españoles)», añade.
Erasmo Díez Zapico,
minero de La Vecilla, es otro de los tres hombres leoneses más conocidos por su participación en la lucha contra Hitler. Es retratado como un
hombre expeditivo y de gran coraje, que aprendió, como la mayoría de los republicanos que lucharon en España, que «la razón debía acompañarse de la victoria para que aquélla fuese visible». Solía decir a los hombres que combatían con él: «Con un uniforme
alemán no hay ni padre, ni madre. O le matas, o te matan».
Sin duda el guerrillero leonés más famoso en la resistencia francesa fue Manuel Ramos Rueda, Pelotas, a su vez el guerrillero leonés más famoso de la ciudad en la posguerra. Antiguo militante de CNT se pasó al PCE en el exilio francés y regresó a León capital en 1945 para formar una guerrilla urbana con la que realizó espectaculares acciones hasta 1948, también editó tres números del
periódico Lucha y diversos panfletos. El primero de octubre de 1948 consiguió regresar con vida a Francia.