Narrativa de María Jesús Morla, que acompaño con una
foto de su álbum a la que mando un beso, dándole las gracias por dejar que tod@s las disfrutemos
REMEMORANDO EL PASADO 2:- CONSULTA MÉDICA
Al ladito de casa estaba el consultorio médico. Había mucho ambiente en el horario de la consulta porque bajaban de todos los pueblos. El médico era D. José. Era muy bueno pero con muy malas pulgas… José Luis (mi costi) recuerda que llegaba a la consulta después de las visitas domiciliarias urgentes y al encontrarse tanta gente, decía malhumorado: “La mitad de los que estáis aquí ya podéis marcharos para casa, que no tenéis nada. El resto que espere turno.” Y me cuenta que era una estrategia efectiva, que sólo quedaban los que realmente lo necesitaban. El médico no se andaba con rodeos. Por ejemplo que llegaba Josines con su
abuela Lupe con una brecha en el labio –consecuencia de alguna correría tipo batalla- que no se dejaba coser la herida… cogía D. José abría la puerta: A ver, tu y tu pasar y agarrar con fuerza al muchacho.” Y ahí ya no quedaban disculpas que valieran. Se suturaba donde procediese y a otra cosa mariposa.
De la consulta salían botellines de inyecciones para la basura, muy interesantes para los
juegos infantiles… La verdad es que el sida, todavía no había aparecido.
La gente por lo general apreciaba a D. José porque era un acierto de médico, y disculpaba su genio porque decían que era debido a unas hemorroides que lo tenían acribillado. No sé si será verdad…
Yo era muy
amiga de su hija Pamen. Como eran varios hermanos en casa ella pasaba la mayor parte del tiempo en casa, sin que en la suya la echaran de menos. La recuerdo disfrazándonos con las ropas de mi madre y calzándonos los tacones, nos poníamos a
cantar “me casó mi madre, me casó mi madre… chiquita y bonita ay ay ayyyyy… También patinábamos en la terraza cada una con un patín de esos de hierro. Éramos inseparables!
Entre la consulta del médico y el cine, estaba la biblioteca. Era D. Santos –el maestro de La Magdalena- el bibliotecario. La atendía también José Luis, el hijo. Recuerdo una sala con el ventanal al final, al norte, con estanterías a los lados, repletas de
libros. Te tomaban nota del
libro que llevabas en una libreta que al devolverlo tachaban. Al principio de la sala, las revistas. Para mi casa cogíamos el Ama, que era más de utilidad que de cotilleo. Recuerdo los libros de “Celia”… Era un privilegio vivir al lado de la Biblioteca. La verdad es que en casa éramos grandes lectores. Casi siempre de “Vidas ejemplares”… también de “Corazón” “De los Apeninos a los Ándes”, Robinsón Crusoe, Cuentos de
Navidad… en fin varios títulos que reuníamos en la salita, en una estantería de madera en forma de L que elaboró Manolo, el padre de José Ángel, que era nuestro carpintero.
Mariajesús Morla