Hubo un tiempo en el que los vecinos y vecinas de los pueblos se reunían en el después de cenar. Mientras las mujeres filaban lana se contaban historias, cuentos, leyendas y un largo etcétera, donde se escuchaban unos a otros, donde dialogaban, donde por suerte para ellos no había una televisión. Conocían la cultura popular, conocían lo que le pasaba por la cabeza a los vecinos, el saber de los abuelos, los secretos de la tierra y por suerte para ellos, desconocían cual era el color del vestido que llevaba la princesa en la cena de ayer.
En algunas ocasiones la pillería y los juegos entre mozos y mozas, según decían, eran pecado y ya andaba la iglesia por allí regalando excomuniones y cobrando la pena.
Esto se hacía en muchos lugares y en la zona del dominio asturleonés recibe el nombre filandón, filandero, filandeiro, filorio, calecho, calechu, serano…
En algunas ocasiones la pillería y los juegos entre mozos y mozas, según decían, eran pecado y ya andaba la iglesia por allí regalando excomuniones y cobrando la pena.
Esto se hacía en muchos lugares y en la zona del dominio asturleonés recibe el nombre filandón, filandero, filandeiro, filorio, calecho, calechu, serano…