¡Buenas tardes chic@s! ¡Ay, ay, ay! Entro porque no puedo pasar sin contaros que hoy he probado las suculentas morcillas de la foto. Bueno..... las de la foto no que esas están, ahí, a buen recaudo; he probado una de ellas, las que los artífices de ese arte culinario que convierte parte de un animalito, -el llamado cerdo, o gorrino, o cochino-, en el mejor de los manjares, tuvieron la generosidad de compartir con nosotros y: ¡Exquisita! ¡leéis! ¡ESQUISITA!. Presto les llamaré para darles mil gracias y eso por dos razones. La primera: porque hacía tiempo que no probaba algo tan delicioso; y la segunda: por que solo ellos han conseguido revivir mi paladar retrocediendo en el tiempo para degustar una de aquellas morcillas de abuelita Lupe, que para mi, no había mejor manjar, por muchas que he probado ninguna se había acercado tanto a aquel sabor, por otra parte tan añorado. Así que aquí os dejo explicada una experiencia religiosa. Una vez cumplida la misión hasta otro rato chic@s que hay que trabajar.
¡JESÚS QUE RICAS LAS MORCILLAS CASERINAS DE MI PUEBLO!
Besos para tod@s.
¡JESÚS QUE RICAS LAS MORCILLAS CASERINAS DE MI PUEBLO!
Besos para tod@s.