Y digo parainfernalia, permíataseme la digresión, de propósito y con pleno conocimiento de causa, pues que la palabreja es igual de sbsurda, necia e insignificante que aquella otra de pecida fonética que ahora se emplea tanto y con tanta extravagancia por periodistas y políticos y, en este caso, llevándola de ventaja, cual diría el Conde de Benavente, que al menos puede traer a la memoria un recuerdo de las penas del averno muy semejantes a las que nos someten los partidos, con y sin representación parlamentaria, a fuerza de tanto ruido, tanto papel y tanto engrudo.
Acompañando a el cuento recordaremos algunas fotos del pueblin
Mas, volviendo a tomar el hilo del relato, no hay que decir que eran aquellos tiempos revueltos en los que el personal -de uno y otro signo-, sin sospechar que se estaba iniciando la historia de España para los próximos cuarenta años, si se daba cuenta de que se jugaba -y se jugaba fuerte- algo muy importante en el futuro inmediato y, unos y otros, esperaban salir gananciosos de aquel juego trabajando y esforzándose a fondo para lograrlo.
Mas, volviendo a tomar el hilo del relato, no hay que decir que eran aquellos tiempos revueltos en los que el personal -de uno y otro signo-, sin sospechar que se estaba iniciando la historia de España para los próximos cuarenta años, si se daba cuenta de que se jugaba -y se jugaba fuerte- algo muy importante en el futuro inmediato y, unos y otros, esperaban salir gananciosos de aquel juego trabajando y esforzándose a fondo para lograrlo.