Como homenaje, merecido, lo seguimos ilustrando con imágenes del pueblin.
El funcionario, que conocía de sobra cada sorobollo y de alguno de ellos era
amigo íntimo, encontró incómodo el encargo y, viéndose obligado a cumplir las órdenes, con idea de quitar hierro al asunto, decidió ocuparse él mismo en las indagaciones para, si fuese necesario, advertir de manera amigable a los sospechosos que limitasen su actividad al regodeo estomacal y ello usando de cierta discreción para no dar qué decir
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