Al juzgar los anfitriones que ya estaba llena aquella corambre, con ánimo de agitarla un poco y obtener mayor efecto del alcohol que contenía, le desafiaron a reñir a reñir unos aluches y el insensato aceptó, y así que le dieron cuatro meneos y tres vueltas con las oportunas mañas, el hombre empezó a verlo todo doble, se le volvió el estómago y ya no pudo tenerse en pie.
Y, al poco tiempo, ni tan siquiera sentado, con lo que echándolo sobre unas mantas y tapándolo con otras, hubieron de sacarlo al relente de la noche por ver si se despejaba.