CHICOS
Eran solo cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se nos antojaban quince o veinte. Llegaban casi siempre a las horas achicharradas de la siesta, cuando el sol caía de plano contra el polvo y la grava desportillada de la carretera vieja, por donde ya no circulaban camiones ni carros, no vehículo alguno. Llegaban entre una nube de polvo, que levantaban sus pies, como la pezuña de los caballos. Los veíamos llegar, y el corazón nos latía deprisa. Alguien en boz baja decía: << ¡Que vienen los chicos....!>>. Por lo general, nos escondíamos para tirarles piedras o huíamos.
Eran solo cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se nos antojaban quince o veinte. Llegaban casi siempre a las horas achicharradas de la siesta, cuando el sol caía de plano contra el polvo y la grava desportillada de la carretera vieja, por donde ya no circulaban camiones ni carros, no vehículo alguno. Llegaban entre una nube de polvo, que levantaban sus pies, como la pezuña de los caballos. Los veíamos llegar, y el corazón nos latía deprisa. Alguien en boz baja decía: << ¡Que vienen los chicos....!>>. Por lo general, nos escondíamos para tirarles piedras o huíamos.