¡Buenos dias! Empezamos la mañana con niebla, frio y esperamos que despues salga el sol.
Y vamos a compartir un artículo del Diario de León, que aunque desesperante, tiene un horizonte de esperanza, porque siempre la esperanza es lo último que se pierde:
HISTORIAS DEL REINO
La lenta muerte de una provincia
MARGARITA TORRES 30/04/2012
León es la provincia con mayor número de pensionistas de Castilla y León. Con una cifra de 141.550, sobre un total de casi seiscientos mil, ello representa que, en nuestro territorio, reside uno de cada cuatro habitantes de la autonomía en tal situación. Bien es cierto que en este grupo heterogéneo tienen cabida desde las de orfandad hasta las de jubilación, pero no lo es menos que, promediando con la fría matemática, el 28,6% de los leoneses se encuentra en este conjunto, casi un tercio de una población que, en una docena de años, pasó de superar el medio millón de habitantes a rondar los 493.536.
Agonía dura, más todavía si cabe cuando, en estos tiempos de crisis en los que nos movemos, ese tercio ingresa una media de 800 euros mensuales, por debajo del promedio de Castilla y León y, por supuesto, nacional. Más pobres que nadie, aunque, eso sí, honrados, que dirían nuestros abuelos. Los mismos que suponen el 25% de la provincia, con el mayor número de centenarios por metro cuadrado que se ha visto en estos lares norteños, lo que implica que, además, en León se vive bien…o se vivía. O que esos que sufrieron guerras, dictaduras y transiciones, se endurecieron lo suficiente como para soportar todo tipo de males.
Nuestra pirámide de población, engrosada en la cúspide y delgada en su base, se tambalea empujada por el sector en edad de trabajar y que ronda unas tasas de paro, según las últimas encuestas de población activa del INE, del 20%. No está mal. No.
Y mientras se recorta en pensiones, gran parte de nuestro sostén económico bajo la premisa de la guillotina bancaria internacional, desperdiciamos los españoles 20 millones de euros al año operando pensionistas extranjeros empadronados que, a cambio de sol y playa reciben las prótesis que en sus países se les niegan. Eso ya sin contar con que el copago de los medicamentos de nuestros indígenas, que avanzarán mes a mes, aunque les será devuelto por la administración en un plazo que puede alcanzar los seis meses. Qué radiante panorama para el 29% de los leoneses.
El resumen del 2012 de nuestra provincia, visto el camino que llevamos, bien podría ser el de una tierra de precariedad laboral, negras perspectivas en industria y energía, un campo tocado y languideciendo, cuando bien pudiera ser el motor económico que reactivara este territorio, un turismo cultural a medio gas y un arrojarse los trastos constantes de León a Pucela, ida y vuelta siempre, y de León a Madrid, en este caso con ida y sin vuelta.
A la larga, o a la corta, los cementerios dispondrán de más residentes que los pueblos y ciudades. Lamentablemente, León acabará por convertirse en un espacio donde nacerán más osos, urogallos y bichos diversos que leoneses. Porque al menos algunos animales son especie protegida…
Y vamos a compartir un artículo del Diario de León, que aunque desesperante, tiene un horizonte de esperanza, porque siempre la esperanza es lo último que se pierde:
HISTORIAS DEL REINO
La lenta muerte de una provincia
MARGARITA TORRES 30/04/2012
León es la provincia con mayor número de pensionistas de Castilla y León. Con una cifra de 141.550, sobre un total de casi seiscientos mil, ello representa que, en nuestro territorio, reside uno de cada cuatro habitantes de la autonomía en tal situación. Bien es cierto que en este grupo heterogéneo tienen cabida desde las de orfandad hasta las de jubilación, pero no lo es menos que, promediando con la fría matemática, el 28,6% de los leoneses se encuentra en este conjunto, casi un tercio de una población que, en una docena de años, pasó de superar el medio millón de habitantes a rondar los 493.536.
Agonía dura, más todavía si cabe cuando, en estos tiempos de crisis en los que nos movemos, ese tercio ingresa una media de 800 euros mensuales, por debajo del promedio de Castilla y León y, por supuesto, nacional. Más pobres que nadie, aunque, eso sí, honrados, que dirían nuestros abuelos. Los mismos que suponen el 25% de la provincia, con el mayor número de centenarios por metro cuadrado que se ha visto en estos lares norteños, lo que implica que, además, en León se vive bien…o se vivía. O que esos que sufrieron guerras, dictaduras y transiciones, se endurecieron lo suficiente como para soportar todo tipo de males.
Nuestra pirámide de población, engrosada en la cúspide y delgada en su base, se tambalea empujada por el sector en edad de trabajar y que ronda unas tasas de paro, según las últimas encuestas de población activa del INE, del 20%. No está mal. No.
Y mientras se recorta en pensiones, gran parte de nuestro sostén económico bajo la premisa de la guillotina bancaria internacional, desperdiciamos los españoles 20 millones de euros al año operando pensionistas extranjeros empadronados que, a cambio de sol y playa reciben las prótesis que en sus países se les niegan. Eso ya sin contar con que el copago de los medicamentos de nuestros indígenas, que avanzarán mes a mes, aunque les será devuelto por la administración en un plazo que puede alcanzar los seis meses. Qué radiante panorama para el 29% de los leoneses.
El resumen del 2012 de nuestra provincia, visto el camino que llevamos, bien podría ser el de una tierra de precariedad laboral, negras perspectivas en industria y energía, un campo tocado y languideciendo, cuando bien pudiera ser el motor económico que reactivara este territorio, un turismo cultural a medio gas y un arrojarse los trastos constantes de León a Pucela, ida y vuelta siempre, y de León a Madrid, en este caso con ida y sin vuelta.
A la larga, o a la corta, los cementerios dispondrán de más residentes que los pueblos y ciudades. Lamentablemente, León acabará por convertirse en un espacio donde nacerán más osos, urogallos y bichos diversos que leoneses. Porque al menos algunos animales son especie protegida…