¡Hola!. Ya estoy de vuelta. Continúo con el cuento:...

¡Hola!. Ya estoy de vuelta. Continúo con el cuento: EL ENCUENTRO

- ¿Qué es lo que quieres, al cerrar el paso? –preguntó con miedo.

Bautista le fue contestando con toda la calma que le permitía su agitación interior. - ¿No se figuraba lo que quería?. Debía suponerlo ya: ventilar una cuestión entre hombres. El desafío había de consistir en acometerse las parejas, aguijoneadas desde el carro por sus dueños, y el que resultara vencido, que se encomendase a Dios, que al escapar de la rodera invisible no se encontraba más ribazo que el de la muerte, porque habían de ir al fondo del tajo carro, yunta y carretero. ¡Todos al abismo!.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
-He venido a buscarte –dijo Bautista- con la firme intención de que uno de los dos no vuelva al pueblo más.
- ¡Vas a ser tú el que se quede! –contestó Argímio, pálido por la rabia.
-No quita que así sea. Con que si eres hombre y no quieres morir, defiéndete. Uno de los dos tiene que ir abajo. Si eres tú el que más puede, sigue tu camino y no digas nunca a nadie lo que aquí pasó.
- ¡Defiéndete tú! –rugió Argímio, que, obligado a ceptar la contienda, se afianzó en su carro para hostigar a los bueyes.