DOS CIELOS BAJO LA PIEL ...

DOS CIELOS BAJO LA PIEL
Nieves Morán de Olenka
I Virgen de Trascastro,
madre de Fornela,
Ruega por nosotros,
calma nuestras penas (copla popular española)

Valdesamario, 1884
Maximina Martínez, la joven leonesa de brillantes ojos verdes y cabello renegrido y alborotado, caminaba lenta y orgullosamente por las calles del pueblo. Estaba segura de que en pocas horas más tendría en sus brazos a su hijo. Mientras atravesaba la plaza camino a su casa, recordaba con melancolía el día de su boda con Felipe en la iglesia de su pueblo. Todavía vivía don Manuel, él la llevó hasta el altar de Nuestra Señora de Trascastro. Hacía poco menos de un año que habían unido sus vidas y sin embargo el recuerdo le parecía tan lejano. Tal vez fuera porque en ese tiempo había perdido a su padre y había engendrado a su hijo.
Felipe era joven y fuerte. Nació y se crió en Valdesamario. Allí estaba su casa donde aún vivía su madre, doña Ramona, una de las mejores tejedoras de los telares de lienzos que había en la aldea. Sebastián Diez, su padre, murió cuando él era un niño y apenas recordaba su presencia.
Muchas veces Maximina ha extrañado a su marido pero se cuidaba muy bien en decírselo. Él era arriero y su medio de vida era llevar los animales de un pueblo al otro buscando el mejor lugar para pastar. “Si no fuera por las cabras... ¿de qué viviríamos?” - se consolaba la joven. Esa tarde la tonalidad rojiza que bañaba las calles del pueblo le hacía creer que a lo lejos su Felipe venía arriando un rebaño y que se quedaría con ella esperando el nacimiento de su primer hijo. Tal vez las plegarias hayan sido escuchadas y no estuvo sola cuando su cuerpo en medio del dolor físico sintió la plenitud de su condición de mujer. Allí estuvo Felipe para sostener al pequeño con sus manos grandes y callosas.
Su madre no se había equivocado. “ ¡Es un niño!” – dijo Isabel, que hacía las veces de comadrona. A las cuatro de la tarde del 19 de abril nació Herminio Manuel. Sus ojos serían un poco verdes como los de ella y un poco pardos con los del padre. Apenas tres días después se lo bautizó en la Parroquia de San Juan Bautista. Nicomedes Cuervo, segundo primo del padre, y su tía Rosa, fueron los padrinos.