Don Luis echó en cara a los tercos labriegos su exaltada credulidad, aquella peligrosa desviación de la fe, También él habría sufrido daños inmensos en sus haciendas, y, sin embargo, más que estas pérdidas materiales, le había causado una tristeza profunda la visión del triste cortejo formado por el vecindario en derredor del pastor espiritual, que caminaba, a despecho de sus convicciones, por las sendas de un fanatismo cuyo punto de mira era tan sólo un mezquino interés. Era aquél el pueblo judío, el mismo pueblo judío, pero crucificando a su propio reconocido Dios en la persona de su representante. Eran los de siempre, los de la fe sin abnegaciones; los que prefieren la muerte de un ser querido a la pérdida de la cosecha; los que en todo consienten menos en perder dinero. Y cuando a tales consideraciones respondían de un modo invariable los testarudos campesinos, acusando rabiosamente a quien culpaban, más que de a mengua de su fe, de la ruina de sus campos, antes al abrigo de la desgracia, indignábase ya seriamente don Luis de ver cómo aquella interesada superstición labriega no estimaba que son cosas muy distintas impetrar la protección del Cielo y extremar la fe después hasta el límite de referir a las potencias celestiales la culpable causa de un daño que infructuosamente pretendieron evitar humanas súplicas. Indignábase, si, y todavía, antes que aquellos seres naturalmente supersticiosos fanáticos, irredentos, empezaran a desfilar cabizbajos, rehuyendo las palabras de acerbo reproche de don Luis, éste hubo de manifestarles cómo, más aún que a las nubes del cielo y al arrastre de cadenas que las anuncia, debían temer a las cadenas de la esclavitud, forjadas para el entendimiento por una fe egosista que tenía amarrado el espíritu a la roca de su ignorancia, y a esa otra nube que así empañaba los ojos de su razón.
Le dejaron solo. El mediodía había llegado. Una aguda percusión metálica hirió de pronto en los aires. Era la campana de la iglesia, aquella campana que sonara el día antes con trémulo plañir al acercarse la nube. Era la realidad, la triste realidad, que contestaba a aquel hombre deseoso de redención. En el ambiente de tristeza, venido de lo alto, resonó el anuncio del mísero sustento, cuyo problema se ofrecía pavorosos durante todo el año. Todos los actos de aquella gente se regían por esa campana; ella presidía sus existencias, aquellas vidas, más que vidas conscientes, jirones de instinto humano ciegamente repartidos por los campos sin fruto de la tierra. Al conjuro de aquel sonido, quedó desierta la calle; todos los vecinos se fueron dispersando, alejándose lentamente, hundiéndose en sus casas, en aquellos antros de su miseria, dejando oir los gemidos lastimeros de sus puertas, que también parecían cerrarse con dolor. Y aún la campana siguió sonando.....
FIN.
FIN.
Me has robado largo tiempo pero bien ha merecido la pena, creo regresaré a leerlo de nuevo. Si que has tenido paciencia.
Puede que algún día te imite- ahora que escribo para mi solito- y puedas saber que desde París, se aprendían cosas del norte, su historia de luchas, y los llantos al son del barreno. Puedo decir que tengo tal vez la mitad de historias, de los pies de la Cornisa cantábrica, y la cordillera misma, que de el resto de la geografía.
Si que pose algunas de mi tierra, alguna mas de Francia, m y alguna otra de mas allá del mar, hacia el suroeste. Ni mucho menos una parte de ricas de su rica literatura que la tuya. Se hace lo que se puede.
Un abrazo. Y espero tener tiempo de releér... algo que hago algunas veces con mi mismo.
Un abrazo.
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Si que pose algunas de mi tierra, alguna mas de Francia, m y alguna otra de mas allá del mar, hacia el suroeste. Ni mucho menos una parte de ricas de su rica literatura que la tuya. Se hace lo que se puede.
Un abrazo. Y espero tener tiempo de releér... algo que hago algunas veces con mi mismo.
Un abrazo.
¡Hola libertad! Amigo Juan: ¡Como me gusta tú seudónimo y además haces honor al mismo.
¡Oye! No tengas ninguna duda que a tod@s, en este foro, nos gustaría que compartieras con nosotr@s esas historias que dices conocer. Pues... ¡ánimo! que las esperamos.
En cuanto al II CERTAMEN que hemos convocado, bajo el tema, "LA TRASHUMANCIA" Estoy segura que ya se te habrá ocurrido, pero, no obstante, si entras en google y pones: la trashumancia, encontrarás muchos datos que seguro que inspirarán tú arte literario y nosotr@s encantados de disfrutar, nuevamente, de el. Si tienes cualquier duda sobre las bases no tengo inconveniente en mandártelas, también, por correo electrónico.
Un gran abrazo amigo y estimamos en todo lo que vale tú aportación en éste rincón de nuestro pueblo, que es el tuyo, y sobretodo y ante todo tú enriquecedora compañía. Esperamos que pronto, además de disfrutarla de una manera virtual, tengamos el privilegio que nos visites y, se haga física.
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