El impacienel te aldeano se había encaramado sobre...

Como siempre acompaño el texto (cuento) con fotos de Canales-La Magdalena, osease del pueblin.

EL FORO

Desconfiaba ya el tío Varisto de ver a D. Jerónimo aparecer bordeando las lomas del otro lado del río, dando su paseo habitual, en que el andar lento y sinuoso del cacique dibujaba con expresivos trazos sus torcidas intenciones.
El anochecer estaba próximo, pues acortaban los días bastante, y era una lástima que aquel mal hombre se alejase ya poco trecho de poblado, si es que había echado sus pasos hacia las viñas, sitio favorito de D. Jerónimo para su excursión diaria de recreo, tal vez por la extensa fincabilidad con que en las inmediaciones del monte contaba, quizás por apetecerle topar, en su rato de solaz, con la menos gente posible.

El impacienel te aldeano se había encaramado sobre una prominencia que dominaba el río, el cual descendía lamiendo con el cristal verde de sus aguas, roqueñas y transparentes, los enmarañados montes que casi cerraban el valle donde se asentaba el pueblo. Dándoles la espalda, se afanaban tío Varisto por recoger en sus pupilas toda la luz que el crepúsculo le había usurpado al sol, para explorar el dilatado espacio que se ofrecía a sus ojos, de mirada penetrante y sutil. Prolongábase el valle hasta la aldea con filas interminables de chopos, que la brisa, al huir del sol, hacía estremecerse en rumores de oleaje suave y lejano, comentado por el compacto curso del río, casi invisible entre el ramaje desde las vertientes de los montes; y, a la izquierda, extendían éstos, parelamente al correr de las aguas, las garras de sus estribaciones, que porfiaban por abatir al valle, largo y angosto, el cual sufría, al extremo contrario, los graves basamentos de las colinas en que el viñedo iba prestando a las laderas su ligero manto de un pálido verde.