Ahora con el permiso de Mª Jesús, voy a poner lo que...

Ahora con el permiso de Mª Jesús, voy a poner lo que se leyó el dia de la misa del funeral por Amada. Una cosa es leerlo aquí, y otra escucharlo en vivo y en directo... pero la ESENCIA del escrito es la misma.

Empezamos por la Monición dE Entrada, donde Jorge, hijo de Juan Luis, escribió para su abuela.

DESPEDIDA A AMADA.- Jorge Morla:

La pérdida de fe. De eso se trata todo.
Todos hablan hoy de la crisis económica. Algunos de la crisis moral, de valores. Unos pocos saben la verdad. Que el mundo ha perdido la fe.
Mi abuela nunca la perdió.
Una vez, hace unos meses, yo trasteaba por su casa sentado en la silla de ruedas de mi abuelo y me crucé con ella en el pasillo. “ ¿Qué –me preguntó sonriendo- practicando para cuando la necesites?”
No había malicia alguna en su pregunta, sólo una certeza: Que la vejez nos llegará a todos, y con la vejez, la muerte. Y en su tono jovial había también algo implícito: que ella lo sabía. Y que le daba igual.
Tuve la suerte de ir a estudiar a Madrid cuando tía Rosa vivía, y de compartir con ella muchas tardes de recuerdos de su infancia. Eran uña y carne, dos hermanas nonagenarias que hablaban por teléfono a diario. Tía Rosa murió poco después. Y lo que mi abuela hizo fue esto: aceptarlo.
Luego, hace unos meses, murió mi abuelo Luis y ella perdió una de las dos mitades de lo que ella era. Hasta hace un año, quizá fuera el matrimonio más viejo de toda España que aún vivían juntos e independientes. Pero cuando mi abuelo murió, ella hizo lo mismo: aceptarlo.
Aunque otros lloren y se rasguen las vestiduras, en mi abuela no hubo una duda ni miedos que quebraran su aplomo, que minoraran su fe.
Mi abuelo murió y el cuerpo de mi abuela comenzó a marchitarse. No así su espíritu. Y lo que la hace realmente especial, lo que la convierte en un ejemplo de luz y entereza, es que encaró también su propia muerte de esa manera: sin un ápice de miedo, con la cabeza alta, sonriendo y sin mirar atrás. Como una valiente.
Si con una enseñanza de mi abuela me quedo, que sea esta: La muerte no asusta. No es el horror ni el olvido, sino una compañera que va a nuestro lado, y que cuando tenga que venir, vendrá. Que nunca hay que perder la fe, porque luego será lo que Dios quiera.
Y si con unas palabras de mi abuela me quedo, que sean las que dijo hace medio mes, cuando llamó a sus hijos para despedirse de ellos. La cosa no fue entonces a mayores, pero toda la familia acudió. Y al irnos, nos despedimos uno a uno de ella. Allí me las dijo. Tres veces las dijo:
Sed buenos.
Sed buenos.
Sed buenos.