Pues para despedirme hoy, me salgo del guión y, recuerdo a un poeta que me gustaba en mis años de estudiante.
Para presumir un poquitín, que es lícito, -y si no por la presente, por decretazo, los hacemos lícito- jejejejjeje, os pongo un retrato, de dicho poeta, ensayista, periodista, humanista... que dibujé por aquellos años.
La duda terrible de las apariencias
por Walt Whitman
Pienso en la duda terrible de las apariencias,
En la incertidumbre en que nos hallamos, pienso que quizá
somos juguetes de una ilusión.
Que acaso la esperanza y la fe no son más que especula-
ciones,
Que acaso la identidad de ultratumba sólo es una bella
fábula;
Quizá las cosas que percibo, los animales, las plantas, los
hombres, las colinas, las aguas brillantes y corrientes,
Los cielos del día y de la noche, los colores, las densida
des, las formas,
Quizá todas esas cosas no son (lo son seguramente) sino
apariciones, y que nos falta por conocer aún lo verdaderamen-
te real
(¡Cuántas veces estas cosas se desprenden de ellas mismas
como para confundirme y burlarme!
¡Cuántas veces pienso que yo ni hombre alguno sabemos
la menor palabra de ello!),
Pudiera ser que las cosas me parecieran lo que son (segu-
ramente no son sino aparentes) según mi criterio presente, y
que ellas so serían (seguramente resultaría así) tales como me
parecen ahora, quizá no serían nada consideradas con crite-
rios enteramente distintos.
Sin embargo, para mí estas cuestiones y otras del mismo
orden son curiosamente resueltas por los que me aman, mis
caros amigos
Cuando el que amo camina conmigo ó está sentado junto
á mí, oprimiendo largo rato mi mano con la suya,
Cuando el aire sutil, lo impalpable, el sentido que las pa-
labras y la razón no expresan, nos rodean y nos invaden,
Entonces me siento poseído de una sapiencia inaudita é
indecidble, permanezco silencioso, no pregunto nada,
No puedo resolver el problema de las apariencias ni el de
la identidad de ultratumba,
Pero me paseo ó me detengo, indiferente me siento con-
tento,
El que oprime mi mano me ha serenado y satisfecho.
Para presumir un poquitín, que es lícito, -y si no por la presente, por decretazo, los hacemos lícito- jejejejjeje, os pongo un retrato, de dicho poeta, ensayista, periodista, humanista... que dibujé por aquellos años.
La duda terrible de las apariencias
por Walt Whitman
Pienso en la duda terrible de las apariencias,
En la incertidumbre en que nos hallamos, pienso que quizá
somos juguetes de una ilusión.
Que acaso la esperanza y la fe no son más que especula-
ciones,
Que acaso la identidad de ultratumba sólo es una bella
fábula;
Quizá las cosas que percibo, los animales, las plantas, los
hombres, las colinas, las aguas brillantes y corrientes,
Los cielos del día y de la noche, los colores, las densida
des, las formas,
Quizá todas esas cosas no son (lo son seguramente) sino
apariciones, y que nos falta por conocer aún lo verdaderamen-
te real
(¡Cuántas veces estas cosas se desprenden de ellas mismas
como para confundirme y burlarme!
¡Cuántas veces pienso que yo ni hombre alguno sabemos
la menor palabra de ello!),
Pudiera ser que las cosas me parecieran lo que son (segu-
ramente no son sino aparentes) según mi criterio presente, y
que ellas so serían (seguramente resultaría así) tales como me
parecen ahora, quizá no serían nada consideradas con crite-
rios enteramente distintos.
Sin embargo, para mí estas cuestiones y otras del mismo
orden son curiosamente resueltas por los que me aman, mis
caros amigos
Cuando el que amo camina conmigo ó está sentado junto
á mí, oprimiendo largo rato mi mano con la suya,
Cuando el aire sutil, lo impalpable, el sentido que las pa-
labras y la razón no expresan, nos rodean y nos invaden,
Entonces me siento poseído de una sapiencia inaudita é
indecidble, permanezco silencioso, no pregunto nada,
No puedo resolver el problema de las apariencias ni el de
la identidad de ultratumba,
Pero me paseo ó me detengo, indiferente me siento con-
tento,
El que oprime mi mano me ha serenado y satisfecho.
Qué tal Coral, no has contestado a mi reto, monte arriba, monte abajo, con tacones o sin ellos, que no todo el monte es orégano; guapo retrato, a ver si coloco alguna pintura mía un día de estos.
En tiempos lejanos, y cuando había tiempo, también me dedicaba a pintar, pero los fui regalando todos-ahora me arrepiento-, aunque alguno queda por casa.
En tiempos lejanos, y cuando había tiempo, también me dedicaba a pintar, pero los fui regalando todos-ahora me arrepiento-, aunque alguno queda por casa.