Y al margen de eso, lo único que de él conocemos con certeza indiscutible es que se trataba de un borracho empedernido, un putero de pro y un jugador de mus y garrafina de los que crean escuela.
Aparte del oficio de la pellejería ambulante y del comercio indiscriminado de todo aquello que se le pusiera a mano. Genarín ostentó también una larga serie de trabajos temporales que bien debieron hacer verdad una vez más aquel viejo refrán de la española picaresca: <<Hombre de muchos oficios, hambre segura>>