Y para continuar lo hago con el segundo romande del entierro de Genarín, la Segunda Estación:
Un romance precioso dedicado a la "Catedral de León"
<<Prodigio de luz y piedra,
poema de vidrio viejo,
danzarina iluminada
por el sol y los luceros.
Una estrella cada piedra,
cada ventanal un verso.
¡Ay Catedral de León,
que quiere subir al cielo!
arcón de piedra tallada,
rico joyel de aderezos,
urna de cristal, milagro
de luz de perlas del cielo.
¡Ay Catedral de León,
que te levantas del suelo!
Brisa de piedra, aroma
del arte imperecedero,
éxtasis maravilloso
y espíritu del ensueño
¡Ay Catedral de León
que quieres volar al cielo!
Cien mantones de Manila
se cuelgan desde sus flecos
de las piedras de sus bóvedas
que están en cosntante vuelo.
Las agujas de sus torres
se peinan con los luceros.
La luna alegre y morena
en sus veletas de acero,
como veleta de acero,
como veleta prendida,
la satura en su misterio
de purpurina y embrujo,
de marfil y de reflejos.
¡Ay Catedral de León
que te levantas del suelo!
¡Ay danzarina sagrada,
milagro de los ensueños!.
el romance culminaba con todos los asistentes todavía de rodillas cantando una saeta.
Un romance precioso dedicado a la "Catedral de León"
<<Prodigio de luz y piedra,
poema de vidrio viejo,
danzarina iluminada
por el sol y los luceros.
Una estrella cada piedra,
cada ventanal un verso.
¡Ay Catedral de León,
que quiere subir al cielo!
arcón de piedra tallada,
rico joyel de aderezos,
urna de cristal, milagro
de luz de perlas del cielo.
¡Ay Catedral de León,
que te levantas del suelo!
Brisa de piedra, aroma
del arte imperecedero,
éxtasis maravilloso
y espíritu del ensueño
¡Ay Catedral de León
que quieres volar al cielo!
Cien mantones de Manila
se cuelgan desde sus flecos
de las piedras de sus bóvedas
que están en cosntante vuelo.
Las agujas de sus torres
se peinan con los luceros.
La luna alegre y morena
en sus veletas de acero,
como veleta de acero,
como veleta prendida,
la satura en su misterio
de purpurina y embrujo,
de marfil y de reflejos.
¡Ay Catedral de León
que te levantas del suelo!
¡Ay danzarina sagrada,
milagro de los ensueños!.
el romance culminaba con todos los asistentes todavía de rodillas cantando una saeta.