Es una figura imprescindible en las
fiestas de
León capital. La Tarasca, que tradicionalmente se echaba al fuego al acabar
San Juan, sigue desfilando año tras año por las calles, con un aspecto que hace honor a su nombre (según el diccionario tarasca es una
mujer temible, de aspecto desaseado y desvergonzada). Alta y espigada, suele ir acompañada por una pandilla de «indeseables», llamados cabezudos.