La Selección ha escrito una de las páginas más gloriosas de su historia. La victoria en la prórroga contra Francia (80-75) figurará ya para siempre como una de las mayores proezas de todos los tiempos, no sólo por la trascendencia de lo ocurrido, asegurar una nueva medalla en un Eurobasket y conseguir un billete directo para los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro del año que viene, sino también por la increíble forma de lograrlo, frente a una selección francesa tremendamente poderosa, ante los más de 26.000 aficionados que abarrotaban el pabellón y, por último y no menos importante, devolviendo al conjunto galo la moneda de aquella tremenda decepción sufrida en cuartos de final del pasado Mundial de España.