Por el terreno de juego de Ordoño, un campo que olía a hierba y a viejo, pasaron rivales de todos los pelajes, incluidos algunos de los mejores jugadores de la época. Fue el caso del legendario Ricardo Zamora, portero del Español, o de la pareja de defensas internacionales integrada por Ciriaco y Quincoces. Mientras el rumbo deportivo del equipo parecía consolidado gracias a la labor incansable de presidentes como Crisanto Sáenz de la Calzada y el filántropo Julio del Campo, los apuros económicos provocaron que el club de nuestros amores entrase en caída libre, por lo que en 1931 hubo de echarse el cierre. Y así se mantuvo la situación hasta el término de la Guerra Civil, cuando nuevos gestores retomaron las riendas de la Cultural, afincada desde el mes de septiembre de 1940 en el campo de la Corredera, presidido por un monumental anuncio de Anís de la Asturiana. El terreno se había arrendado al propietario Agustín de Celis al precio de 500 pesetas, considerable cantidad para aquel tiempo de penuria. El arquitecto Aparicio se encargó de las obras, mientras que todas las tejeras leonesas facilitaron ladrillos para que pudiera cerrarse un estadio con su tribuna cubierta y dos laterales al aire
Yoli. El campo de la Corredera, tal como está la foto, quedaba a la derecha. Después que quitaron el campo, lo aprovecharon para hacer un recinto ferial. Todos los sábados había feria en León. Siendo el día de Todos los Santos y el día de San Andrés las mejores ferias. En el campo de San Francisco había charlatanes que como indica su nombre hablaban y engatusaban a la gente. Recuerdo lo siguiente: decía el charlatán, por este bolígrafo y este otro, y uno más de regalo, no te cobro las cien pesetas. ¿Alguien tiene 100 pesetas? Muchos. Se lo entregaban a la chica que estaba con el charlatán. Cuando ya había unos cuantos, decía el charlatán: Como os dije no os cobro los veinte duros, pero sí os voy a cobrar noventa y nueve pesetas. ¡MECA! Así es la vida.
Un saludo.
Un saludo.
Claro Ángel, ese mercado yo sí le conocí no estaba muy lejos de mi casa, recuerda que nací en el barrio de San Claudio y desde allí muy cerquita se salía al jardín de San Francisco, pasando al lado de ese mercado que por cierto según se salía a la izquierda había una fonda o algo parecido que su dueño era amigo de mi padre. "El barbas" le llamaban y a veces mis hermanas mayores iban a echar una mano los días de mercado que se llenaba de tratantes y compradores.
La verdad es que tengo los recuerdos un poco enredados, yo era muy chica entonce.
La verdad es que tengo los recuerdos un poco enredados, yo era muy chica entonce.