Décima (esto parece un decálogo) y última con la historia.
Una historia de mascotas
os vengo aquí a contar:
Una mastín y maltesa
que sabiendo ambas hembras…
como más, fraternizar.
A la mastín, en letargo,
le causó curiosidad
que una perrita pequeña
su entorno quiso explorar.
Y la pequeña maltesa
presa de felicidad,
echó campanas al vuelo
y sin mirar a su entorno:
ancho el campo, y a patear.
Se vieron, y en un instante,
presas a fiscalizar.
La intrusa: ¡Por dios que grande!
Y el mastín aun cachorro:
quién peludo vino a usurpar
este refugio de paz?
Se miraron, se observaron…
Y no puedo decir más,
pues lo que ellas pensaron
solo ellas lo sabrán.
Sólo sé que la maltesa
como si se fuera a echar,
dio vueltas sobre sí misma
y huyendo despavorida
a su amo fue a buscar.
Y el refugio, su regazo,
fundiéndose en aquel abrazo:
sólo besos pudo dar.
Coral
Una historia de mascotas
os vengo aquí a contar:
Una mastín y maltesa
que sabiendo ambas hembras…
como más, fraternizar.
A la mastín, en letargo,
le causó curiosidad
que una perrita pequeña
su entorno quiso explorar.
Y la pequeña maltesa
presa de felicidad,
echó campanas al vuelo
y sin mirar a su entorno:
ancho el campo, y a patear.
Se vieron, y en un instante,
presas a fiscalizar.
La intrusa: ¡Por dios que grande!
Y el mastín aun cachorro:
quién peludo vino a usurpar
este refugio de paz?
Se miraron, se observaron…
Y no puedo decir más,
pues lo que ellas pensaron
solo ellas lo sabrán.
Sólo sé que la maltesa
como si se fuera a echar,
dio vueltas sobre sí misma
y huyendo despavorida
a su amo fue a buscar.
Y el refugio, su regazo,
fundiéndose en aquel abrazo:
sólo besos pudo dar.
Coral