Oliveros, no me mientas...

Sigue la leyenda -que en algunos momentos deja de serlo por existir documentos históricos- situando a la dama en plena lucha, y en un momento dado, al arrojar una lanza contra el enemigo, se desabrocha el jubón y quedan al descubierto sus atributos de mujer con el consiguiente asombro de la soldadesca. Enterado el rey llama a su presencia a la joven Juana, que entre medrosa y sofocada trata de ocultarle su condición femenina.

Oliveros, no me mientas
que yo sé por lo que es
que valiente como un hombre
tú eres una mujer.