LAGO DE ISOBA. Puebla de Lillo (León)
La mujer, convencida de que aquel misterioso peregrino cumpliría sin ninguna duda su palabra, accedió a la petición. Llegada la hora de la cena se pusieron a la mesa y le dijeron a la “pecadora”:
-Vaya usted recogiendo todos los huesos de su vaca en una canasta grande; mañana, antes de marchar, le diremos lo que tiene que hacer con ellos.
La hospedera cumplió sus órdenes. Acabada la cena, los extraños peregrinos se fueron a descansar repartidos por el pajar y la tenada.
Al día siguiente, al rayar el alba, los huéspedes se levantaron y recogieron sus escasas pertenencias dispuestos a reemprender el camino. La mujer, mosqueada ante el silencio de Jesús y sus compañeros, les preguntó:
- ¿Y qué he de hacer con los huesos de mi vaca que me mandaron guardar anoche?
-–Arrójelos por el corral antes de que partamos.
-Vaya usted recogiendo todos los huesos de su vaca en una canasta grande; mañana, antes de marchar, le diremos lo que tiene que hacer con ellos.
La hospedera cumplió sus órdenes. Acabada la cena, los extraños peregrinos se fueron a descansar repartidos por el pajar y la tenada.
Al día siguiente, al rayar el alba, los huéspedes se levantaron y recogieron sus escasas pertenencias dispuestos a reemprender el camino. La mujer, mosqueada ante el silencio de Jesús y sus compañeros, les preguntó:
- ¿Y qué he de hacer con los huesos de mi vaca que me mandaron guardar anoche?
-–Arrójelos por el corral antes de que partamos.