LAGO DE ISOBA. Puebla de Lillo (León)
Así lo hizo la mujer. Una vez esparcidos, Jesús levantó sus ojos al cielo y los bendijo. Al instante de cada uno de los huesos surgió una hermosa vaca, quedando aquel corral convertido en una espléndida majada del mejor ganado La mujer llena de gozo dio gracias a Dios y salió corriendo a decirles a sus vecinos todo cuanto había ocurrido en su casa. Los vecinos en vez de alegrarse, recomidos de envidia, comenzaron a insultarla, e incluso pretendieron arrebatarle alguna de sus vacas. Ella, viéndose en tal aprieto, salió en busca de los peregrinos y los halló sentados en un altozano no muy lejos del pueblo. Envuelta en lágrimas les contó lo sucedido. Entonces uno de los peregrinos se levantó, se puso de cara al pueblo, extendió su mano derecha y, presa de la indignación, gritó en tono solemne:
¡Húndase Isoba, menos la casa del cura y la de la pecadora!
Inmediatamente y en un abrir y cerrar de ojos un gigantesco torrente descendió de las montañas hasta anegar el pueblo. Sólo la casa del cura y la de la pecadora se salvaron de aquel diluvio particular. Así nació el bello lago de Isoba. Dicen que en ciertas noches de luna llena desde el pueblo de Cuénabres se oyen los bramidos del lago tal como si fueran los fragores de las olas del mar en medio de una tormenta.
¡Húndase Isoba, menos la casa del cura y la de la pecadora!
Inmediatamente y en un abrir y cerrar de ojos un gigantesco torrente descendió de las montañas hasta anegar el pueblo. Sólo la casa del cura y la de la pecadora se salvaron de aquel diluvio particular. Así nació el bello lago de Isoba. Dicen que en ciertas noches de luna llena desde el pueblo de Cuénabres se oyen los bramidos del lago tal como si fueran los fragores de las olas del mar en medio de una tormenta.