Voy a seguir relatando como es mi pueblo y mis sentimientos y recuerdos.
Papá y mamá siempre nos inculcaron, de niñas y no tan niñas, pues es el día de hoy que ya he cumplido los 57 y todavía hablamos de esas cosas: que la familia y las raíces son lo más importante que tenemos.
Los amigos son muy importantes, además por que se suelen elegir.
A lo largo de la vida dejas por el camino muchos, pues la vida a veces es una marea que te lleva hacia un lado y otro y el tiempo y la distancia en algunos casos no perdona; amigos de la infancia, de la adolescencia, de la juventud y de la madurez, algunos, muy pocos perduran, otros los recuerdas con alegría y añoranza, y los menos prefieres olvidarlos por la decepción y el engaño; pero la familia está ahí y estará siempre, te enfadas, te contentas te vuelves a enfadar, nunca mejor dicho: si te enfadas dos trabajos tienes, y las raíces son la esencia de tú ser.
Pues bien….. aunque muy niña me fui a vivir a Ponferrada, hay un imán que se llama tierra que tira de mi piel mi pueblo, a caballo entre Canales-La Magdalena, La Magdalena-Canales, pues mi señas de niñez están en la casa vieja, (foto adjunta) casa materna, donde abuelita a la luz de una bombilla, que a veces bajaba la intensidad y gritábamos… ¡QUICOOOO VUELVEEEEE!, (con eso ya explico quien proporcionaba la luz, a veces escasa, de la zona, era el dueño del molino de nombre Quico), con esos altos y bajos de la luz, como ya he dicho abuelita nos explicaba cuentos, leyendas, o nos leía sus poesías; nos metía tan en situación que si se trataba de lobos y la noche era oscura casi oías al lobo aullar y si trato de echar mis recuerdo hacia atrás…, pues no recuero bien si alguna vez oí aullar al lobo y si trataba de una zorra o una raposa, (vaya con los nombrecitos femeninos), vamos a decir también zorro o raposo, que por lo regular estos/as son los que entraban al corral a dar buena cuenta de las gallinas, podías percibir el revuelo del gallinero, y que yo sepa o recuerde nunca faltó una gallina por tal causa, pero era lo mismo yo creo que hasta los pelillos de los brazos querían asomar de punta; todo ello en una cocina de unos 12 m2, donde había una mesa con un banco y algunas sillas, una alacena con puertas de cristal, con estantes de madera debidamente decorados con puntillas; ¡como se le daba a abuelita el ganchillo!, todos sus nietos y por supuesto hijos tenemos algún mantel, colcha, pañito etc. etc. de recuerdo, de ella heredaron sus hijas sobretodo mamá y Yoli la afición y puedo asegurar que si la madre era experta en tal arte las hijas no se quedan a la zaga, mamá ya no, pero Yoli conserva esa tradición y hace verdaderas obras de artesanía, (me río yo de las lagarteranas.), un fregadero de piedra donde colgaban dos ganchos de hierro, con sendos calderos llenos de agua, que previamente se había traído del pozo (el pozo estaba situado en el jardín, a unos metros de la casa y frente a la casa que luego se construyó, hoy la casa familiar que siempre la hemos venido a llamar la casa nueva, puesto que la vieja es donde ahora sitúo mis recuerdos) y la cocina de carbón, con su calderín, cuya tapa era de bronce con un tirador redondo, (bendito calderín, que era el que nos proporcionaba el agua caliente) y encima del fogón una ventana de madera, por supuesto con cortinas de ganchillo.
CONTINUARÁ……..
Papá y mamá siempre nos inculcaron, de niñas y no tan niñas, pues es el día de hoy que ya he cumplido los 57 y todavía hablamos de esas cosas: que la familia y las raíces son lo más importante que tenemos.
Los amigos son muy importantes, además por que se suelen elegir.
A lo largo de la vida dejas por el camino muchos, pues la vida a veces es una marea que te lleva hacia un lado y otro y el tiempo y la distancia en algunos casos no perdona; amigos de la infancia, de la adolescencia, de la juventud y de la madurez, algunos, muy pocos perduran, otros los recuerdas con alegría y añoranza, y los menos prefieres olvidarlos por la decepción y el engaño; pero la familia está ahí y estará siempre, te enfadas, te contentas te vuelves a enfadar, nunca mejor dicho: si te enfadas dos trabajos tienes, y las raíces son la esencia de tú ser.
Pues bien….. aunque muy niña me fui a vivir a Ponferrada, hay un imán que se llama tierra que tira de mi piel mi pueblo, a caballo entre Canales-La Magdalena, La Magdalena-Canales, pues mi señas de niñez están en la casa vieja, (foto adjunta) casa materna, donde abuelita a la luz de una bombilla, que a veces bajaba la intensidad y gritábamos… ¡QUICOOOO VUELVEEEEE!, (con eso ya explico quien proporcionaba la luz, a veces escasa, de la zona, era el dueño del molino de nombre Quico), con esos altos y bajos de la luz, como ya he dicho abuelita nos explicaba cuentos, leyendas, o nos leía sus poesías; nos metía tan en situación que si se trataba de lobos y la noche era oscura casi oías al lobo aullar y si trato de echar mis recuerdo hacia atrás…, pues no recuero bien si alguna vez oí aullar al lobo y si trataba de una zorra o una raposa, (vaya con los nombrecitos femeninos), vamos a decir también zorro o raposo, que por lo regular estos/as son los que entraban al corral a dar buena cuenta de las gallinas, podías percibir el revuelo del gallinero, y que yo sepa o recuerde nunca faltó una gallina por tal causa, pero era lo mismo yo creo que hasta los pelillos de los brazos querían asomar de punta; todo ello en una cocina de unos 12 m2, donde había una mesa con un banco y algunas sillas, una alacena con puertas de cristal, con estantes de madera debidamente decorados con puntillas; ¡como se le daba a abuelita el ganchillo!, todos sus nietos y por supuesto hijos tenemos algún mantel, colcha, pañito etc. etc. de recuerdo, de ella heredaron sus hijas sobretodo mamá y Yoli la afición y puedo asegurar que si la madre era experta en tal arte las hijas no se quedan a la zaga, mamá ya no, pero Yoli conserva esa tradición y hace verdaderas obras de artesanía, (me río yo de las lagarteranas.), un fregadero de piedra donde colgaban dos ganchos de hierro, con sendos calderos llenos de agua, que previamente se había traído del pozo (el pozo estaba situado en el jardín, a unos metros de la casa y frente a la casa que luego se construyó, hoy la casa familiar que siempre la hemos venido a llamar la casa nueva, puesto que la vieja es donde ahora sitúo mis recuerdos) y la cocina de carbón, con su calderín, cuya tapa era de bronce con un tirador redondo, (bendito calderín, que era el que nos proporcionaba el agua caliente) y encima del fogón una ventana de madera, por supuesto con cortinas de ganchillo.
CONTINUARÁ……..