Hoy que parece que la naturaleza nos quiere regalar un bonito día; vamos a continuar con alguna de esas historias/leyendas.
Hoy:
La Virgen de los Dados
Cuenta la leyenda que un oficial, para más señas capitán de los Tercios de Flandes, se fue de cena a una de las numerosas tabernas y mesones que había en la calle de la Bodega Vieja (que en la actualidad se llama Mariano Domínguez Berrueta). Después de una estupenda y copiosa cena, regada con un buen vino, se pusieron a contar hazañas y batallitas, lances amorosos y todo tipo de anécdotas.
Hoy:
La Virgen de los Dados
Cuenta la leyenda que un oficial, para más señas capitán de los Tercios de Flandes, se fue de cena a una de las numerosas tabernas y mesones que había en la calle de la Bodega Vieja (que en la actualidad se llama Mariano Domínguez Berrueta). Después de una estupenda y copiosa cena, regada con un buen vino, se pusieron a contar hazañas y batallitas, lances amorosos y todo tipo de anécdotas.
Al calor del buen llantar y del generoso vino, el humo del tabaco y los apasionados comentarios, surgió la posibilidad de jugarse unos cuantos dineros. El capitán, ligeramente cegado por la bebida, empezó a hacer apuestas de forma descontrolada, viendo como descendía de forma alarmante su bolsa de dinero.
Se sucedían los lances, y la situación no mejoraba, pero nuestro valiente capitán no cejaba en el empeño de recuperar todo lo perdido y seguía de forma pertinaz, jugando y jugando.
Se sucedían los lances, y la situación no mejoraba, pero nuestro valiente capitán no cejaba en el empeño de recuperar todo lo perdido y seguía de forma pertinaz, jugando y jugando.
Así continuó durante gran parte de la noche hasta que vió que no tenía nada más que apostar. La angustia por el dinero perdido, le hizo salir de forma tosca y refunfuñando, se fue sin un solo real.
Cogió sus cosas, los dados que tan mala suerte le habían traído y se fue. Deambulando por las calles de León, maldiciendo su mala suerte y viendo el negro porvenir que le esperaba, a cada paso que daba estaba más desesperado.
Cogió sus cosas, los dados que tan mala suerte le habían traído y se fue. Deambulando por las calles de León, maldiciendo su mala suerte y viendo el negro porvenir que le esperaba, a cada paso que daba estaba más desesperado.