Pronto se ve obligada a trasladarse a Murcia con toda su familia, para comenzar a desempeñar su nueva labor. Allí comienzan los estudios algunos de sus cinco hijos, de los que más tarde cuatro seguirían sus pasos y se convertirían en maestros. Pero aquel clima levantino no le sentaba nada bien, según decía, y por ello decidió regresar al norte, cerca de su tierra. Así, permanece un tiempo en Palencia y, finalmente, logra asentarse en León, su amada tierra.
La nueva labor que tiene que desempeñar es, entre otras, visitar todas las escuelas de la provincia. Cuentan que nunca avisaba de sus viajes previstos a las escuelas, y sorprendía a los maestros una vez estaba allí. Éstos últimos, se ausentaban continuamente de sus clases y no enseñaban prácticamente nada a los niños. Ella preguntaba a los chicos algunas cosas y no sabían contestarle, lo que el maestro achacaba a que “estaban muy nerviosos” ante su presencia. Pero ella sabía muy bien el motivo, y les ordenaba decirle el Padrenuestro. Y se lo decían perfectamente, por lo que ella decía al maestro: “Ve usted, los niños están tranquilos y el Padrenuestro lo saben muy bien”.
Pero todo tiene su principio y también su fin. Doña Faustina construyó una inmensa y majestuosa casa en su pueblo, Canales, que sigue perteneciendo a su familia. Conserva el nombre de “Villa Faustina” y, en ella, falleció el 10 de octubre de 1.927 con cincuenta y tres años. La causa fue un cáncer de garganta, lo que muchas de sus alumnas achacaban a los excesivos esfuerzos que hacía con su voz en las clases y, por las tardes, en charlas, coloquios y conferencias.
Doña Faustina Álvarez García marcó un hito en la historia. Defendió por encima de todo los derechos de la mujer e impulsó numerosas iniciativas dignas de elogio y admiración. Fue una mujer ejemplar, que dedicó la totalidad de su vida a sus dos grandes pasiones: la enseñanza y su familia. Pero no son muchas las personas que conocen su excelente biografía. Por ello, se le puede definir sin miedo a la equivocación, como una leonesa anónima y desconocida.
LA IDEOLOGÍA DE DOÑA FAUSTINA A TRAVÉS DE SUS ESCRITOS
“La tarea de la maestra es más ardua y difícil de lo que a primera vista parece, y su responsabilidad tremenda, no sólo ante Dios y ante vosotras, madres de familia, sino ante la sociedad que mañana van a formar. No necesito recordaros que en las manos de las niñas de hoy, madres más tarde, está la paz y la prosperidad de los pueblos; es más importante y trascendental la educación de la mujer que la del hombre por las consecuencias que la siguen”.
La Voz de Avilés, 22 de noviembre de 1.910
“La filantropía es, etimológicamente, de origen griego, significa el amor del hombre por el hombre con emancipación de Dios, fue inventada en el S. XVIII por los filósofos de la secta protestante y aceptada por la escuela racionalista como sinónimo de humanitarismo y beneficencia; se dirige principalmente al cuerpo, al sostenimiento de la materia y funda las sociedades protectoras, para cuyo efecto todos los medios le parecen buenos y así acude a las corridas de toros, como a los bailes de Carnaval, en medio de la Cuaresma; a las kermesses con venta de dulces y flores y a las tómbolas a beneficio de los pobres; para la filantropía el fin justifica los medios, aunque estos sean reprobados por la caridad cristiana, y por adquirir un pedazo de pan para sostener la parte material de un pobre, expone la parte espiritual de ciento al desequilibrio, a la anemia y a la muerte moral”.
La Voz de Avilés, 9 de agosto de 1.911
La nueva labor que tiene que desempeñar es, entre otras, visitar todas las escuelas de la provincia. Cuentan que nunca avisaba de sus viajes previstos a las escuelas, y sorprendía a los maestros una vez estaba allí. Éstos últimos, se ausentaban continuamente de sus clases y no enseñaban prácticamente nada a los niños. Ella preguntaba a los chicos algunas cosas y no sabían contestarle, lo que el maestro achacaba a que “estaban muy nerviosos” ante su presencia. Pero ella sabía muy bien el motivo, y les ordenaba decirle el Padrenuestro. Y se lo decían perfectamente, por lo que ella decía al maestro: “Ve usted, los niños están tranquilos y el Padrenuestro lo saben muy bien”.
Pero todo tiene su principio y también su fin. Doña Faustina construyó una inmensa y majestuosa casa en su pueblo, Canales, que sigue perteneciendo a su familia. Conserva el nombre de “Villa Faustina” y, en ella, falleció el 10 de octubre de 1.927 con cincuenta y tres años. La causa fue un cáncer de garganta, lo que muchas de sus alumnas achacaban a los excesivos esfuerzos que hacía con su voz en las clases y, por las tardes, en charlas, coloquios y conferencias.
Doña Faustina Álvarez García marcó un hito en la historia. Defendió por encima de todo los derechos de la mujer e impulsó numerosas iniciativas dignas de elogio y admiración. Fue una mujer ejemplar, que dedicó la totalidad de su vida a sus dos grandes pasiones: la enseñanza y su familia. Pero no son muchas las personas que conocen su excelente biografía. Por ello, se le puede definir sin miedo a la equivocación, como una leonesa anónima y desconocida.
LA IDEOLOGÍA DE DOÑA FAUSTINA A TRAVÉS DE SUS ESCRITOS
“La tarea de la maestra es más ardua y difícil de lo que a primera vista parece, y su responsabilidad tremenda, no sólo ante Dios y ante vosotras, madres de familia, sino ante la sociedad que mañana van a formar. No necesito recordaros que en las manos de las niñas de hoy, madres más tarde, está la paz y la prosperidad de los pueblos; es más importante y trascendental la educación de la mujer que la del hombre por las consecuencias que la siguen”.
La Voz de Avilés, 22 de noviembre de 1.910
“La filantropía es, etimológicamente, de origen griego, significa el amor del hombre por el hombre con emancipación de Dios, fue inventada en el S. XVIII por los filósofos de la secta protestante y aceptada por la escuela racionalista como sinónimo de humanitarismo y beneficencia; se dirige principalmente al cuerpo, al sostenimiento de la materia y funda las sociedades protectoras, para cuyo efecto todos los medios le parecen buenos y así acude a las corridas de toros, como a los bailes de Carnaval, en medio de la Cuaresma; a las kermesses con venta de dulces y flores y a las tómbolas a beneficio de los pobres; para la filantropía el fin justifica los medios, aunque estos sean reprobados por la caridad cristiana, y por adquirir un pedazo de pan para sostener la parte material de un pobre, expone la parte espiritual de ciento al desequilibrio, a la anemia y a la muerte moral”.
La Voz de Avilés, 9 de agosto de 1.911