Mientras algún amigo generoso me responde a esa inquietud de conocimiento que tengo sobre la casa que os señalab de la C/ de los balcones; os traigo otro relato de nuestro querido Juan Morla, (el de los castañales) con esta foto que complementa el texto rescatada de su albúm.
Gracias por compartirlo con tod@s nosotr@s.
Y la alta tecnología llegó a Canales.
Después de las vicisitudes a las que le llevó su vaca Careta, Tano acudió a quién en el pueblo podía ayudarle. Necesitaba protección ante posibles nuevos ataques del cuadrúpedo astado. No le vendría mal un cinturón de recio acero donde topase la cornamenta de su preciada res. En el taller de construcción de carros “Hermanos Viñayo”, encontró la solución. Dichos empresarios habían adquirido un equipo de soldadura de los llamados “electrógena”. Después de haber asistido a unos cursillos prácticos de ajustadores en el PPO de Pinilla en León, decidieron implantar sus conocimientos en la fragua que regentaban en Canales. En la instantánea aquí representada los vemos con la indumentaria apropiada para tal trabajo. Como casco, recias boinas “ Elósegui”, a poder ser sin capar, para mayor seguridad. Calzado de seguridad consistente en madreñas lacianiegas de haya o en su defecto de abedul pero siempre retacadas con cubiertas de las ruedas de los camiones “Man”. A Tino lo vemos en posición de preparase a encender un cigarrillo cuarterón con el electrodo, dando a entender que conocía el funcionamiento de dicho artilugio, para el que necesitaba toda la energía eléctrica proveniente del Molino de Quico. Tano allí estaba para la toma de medidas de su cinturón, cuyo prototipo vemos en primer plano, y Cándida, avisada por su marido Quico que por allí andaba un retratista, no se resistió a la tentación de posar en la fragua un instante y para la posteridad.
Con el paso del tiempo, los equipos de soldadura los venden hasta en el LIDL. Esto ya no es lo que era.
Gracias por compartirlo con tod@s nosotr@s.
Y la alta tecnología llegó a Canales.
Después de las vicisitudes a las que le llevó su vaca Careta, Tano acudió a quién en el pueblo podía ayudarle. Necesitaba protección ante posibles nuevos ataques del cuadrúpedo astado. No le vendría mal un cinturón de recio acero donde topase la cornamenta de su preciada res. En el taller de construcción de carros “Hermanos Viñayo”, encontró la solución. Dichos empresarios habían adquirido un equipo de soldadura de los llamados “electrógena”. Después de haber asistido a unos cursillos prácticos de ajustadores en el PPO de Pinilla en León, decidieron implantar sus conocimientos en la fragua que regentaban en Canales. En la instantánea aquí representada los vemos con la indumentaria apropiada para tal trabajo. Como casco, recias boinas “ Elósegui”, a poder ser sin capar, para mayor seguridad. Calzado de seguridad consistente en madreñas lacianiegas de haya o en su defecto de abedul pero siempre retacadas con cubiertas de las ruedas de los camiones “Man”. A Tino lo vemos en posición de preparase a encender un cigarrillo cuarterón con el electrodo, dando a entender que conocía el funcionamiento de dicho artilugio, para el que necesitaba toda la energía eléctrica proveniente del Molino de Quico. Tano allí estaba para la toma de medidas de su cinturón, cuyo prototipo vemos en primer plano, y Cándida, avisada por su marido Quico que por allí andaba un retratista, no se resistió a la tentación de posar en la fragua un instante y para la posteridad.
Con el paso del tiempo, los equipos de soldadura los venden hasta en el LIDL. Esto ya no es lo que era.