Todo un canto de lucha y superación...

Foto de, parte de, la querida familia Franganillo.

MADRE

Noto que me observas. Tengo los ojos cerrados, pero percibo tu atenta mirada. Está triste, apagada…se nota que has descansado poco y ocupaste la vigilia llorando.

Quiero abrir los ojos; estos enormes ojos que llaman la atención de la gente, y decirte que todo va a salir bien. Estoy agotada y mis fuerzas flaquean. Pero irá bien; lo presiento. Quiero continuar paso a paso, y disfrutar de lo que me habéis regalado.

Vete a descansar, que ha sido trayecto largo y duro; estamos extenuadas. Siento haber venido llorando, pero entiende que hace mucho calor y es mi primer viaje….

Anda reposa, que has de seguir fuerte, como lo soy yo. Cada minuto que pasa es un avance, una pequeña conquista en esta dura batalla. La victoria es muy golosa, y sabrás que me pierde el dulce…..

Poco a poco trascurren los días. Demasiado lentos para mi, aunque más aún los notas tú. De vez en cuando sonríes con más ganas, me hablas con más esperanza; ya te crees lo que sucede todo va bien.

No entiendo claramente lo que me dices, pero tu voz, tan tierna y sosegada, es una inyección de vida.

Hace mucho de todo aquello, pero no lo olvido. Siempre has estado a mi lado, como lo estuviste aunque fuese tras el cristal de la incubadora, dejándome avanzar en el camino.

Sé que ha debido ser muy duro, ahora y entonces, verme caer al igual que se desmoronó mi castillo de naipes interior.

Ha sido horrible, mamá, pero como quise trasmitirte un cuarto de siglo atrás, tranquila que saldré.

Frente a la lucha por vivir anterior a la lucha por querer seguir viviendo actual. Y cuando me abruman los momentos de desesperación, de no comprender por qué siendo siempre una luchadora ahora me dejé derrotar por un rival tan sumamente pequeño.

Paulatinamente me recupero, madre, y los pinchazos de mi alma duelen menos. La misma sensación que las transfusiones diarias de Valdecilla. Se que son momentos desagradables, pero todo pasará y quedará como una experiencia más.

En la corriente de agua de la vida no hay momentos que puedan estancarse. Nadie puede parar el río.

Seguiré os lo prometo, y con más fortaleza. Estaréis orgullosos de cómo lo conseguiré.

Solo necesito paciencia y oír todos los días que me quieres, aunque a veces, como hace veinticinco años, no consiga comprender el “tiempo al tiempo” que tanto he oído estos últimos meses.

Mamá, ahora estamos como antes, y no quiero ver tu sincera mirada apagada; deseo que empiece a tener esa chispa de antaño, cuando cogías mis pequeños pies, y acariciándome con tus palabras, me convencías de que superaríamos el bache.

Sonría, madre, que es la mejor cura para los dolores del alma. Yo te prometo que también sonreiré.

A Carmen Franganillo, porque me ha hecho la persona más afortunada del mundo al poder llamarla “MAMÁ”.

CARMEN PÉREZ FRANGANILLO.

Todo un canto de lucha y superación
Un abrazo para Carmen